Conocida por su porcelana, Limoges nos acoge con rayos de sol y un croissant 🥐 nada más llegar. Recorremos sus calles y nos encontramos con su atractivo navideño: un árbol con bolas gigantes en las que te puedes subir.
Unai se para en cada escaparate, aunque el que capta su atención es un café de gatos. Sí, esos en los que pagas consumición y merodean por todos lados gatos 🐈⬛ que allí viven, pero también conviven con todo aquel al que le apetezca. Limoges y su Navidad. No tan impresionante como la de Alsacia. Difícil comparación, pero con su encanto. Con su papá Noel del que Unai finalmente no quiere saber nada. Izei, sí. Más entusiasmado se saca una foto con él mientras Unai huye despavorido. Hasta otra, Limoges. 🫶Read more