Óbidos nos ha dejado sin palabras y sin aliento. Su mercado medieval es digno de admirar, al igual que su enclave, el Castillo de Óbidos. Dejemos de lado la cuestión de cómo movernos entre cuestas, calles empedradas y Unai sin querer bajarse. Una pena no poder disfrutarlo de noche. Izei ya disfruta tanto como Unai de los animales, de la música, del ambiente. Me encanta verles tan unidos, queriéndose tanto y disfrutando el uno del otro.Leer más