Portugal-Algarve

Nos levantamos con mucha mucha energía para irnos a visitar el alcázar de Sevilla. Primero, hacemos una paradita para tomarnos las mejores tostadas de jamón de nuestra vida. Cuando llegamos al centro hacemos la laaaaarga cola y al fin dentro del alcázar (y así Pili aprovecha unas cuantas veces para ir a su oficina particular).
El alcázar nos gustó mucho, sobretodo por el reencuentro con nuestros querido pájaros favoritos (meahooogoo)
Después, vamos a comer a un sitio que se encuentra a medio camino entre el alcázar y plaza España a comernos otro montadito de pringá.
Y ya, David puede disfrutar de ver Plaza España ¡Logro conseguido!
Nos sentamos un ratillo a la sombra con nuestra botellita de agua fresca y nos planteamos la vuelta a casa bajo ese sol que llevábamos todo el día sobre nuestras cabezas.
Al fin, decididos retomamos el camino de vuelta, y a pesar de que teníamos unas ganas locas de llegar, la intuición nos llevó por otros caminos más largos, que para cuando quisimos darnos cuenta estábamos en la otra punta de Sevilla (prometido que pensábamos que íbamos en la dirección correcta).
Pero bueno, nada que con Google maps no se solucione y acabamos llegando sudorosos y apestosos al piso. Una duchita y una siesta de tres horitas lo solucionó todo.
Esa tarde descansamos, vimos un documental mientras nos comíamos unas pizzas y luego, nos apetecía algo dulce. Que mejor sitio en Sevilla que el Gigante Bar y su tarta Alpina.Læs mere