Gracias al autostop y la buena onda de la gente, logramos llegar a Chonchi para descansar. Nos alojamos en un hostal/camping bastante cómodo. En la noche salimos a recorrer el pueblo y ¡nos encontramos con Robert! Nuevamente nos encontramos con nuestro amigo mochilero y justo tuvimos la suerte de que había un festival, así que aprovechamos para pasarla bien. Al día siguiente pasamos al museo de los acordeones, y tuvimos la suerte otra vez de encontrar al fundador y dueño de todos esos acordeones.Baca lagi