Una palma que camina

Los estudiosos del tema llevan años debatiendo si las palmas con raíces aéreas como éstas, conocidas localmente como "Choapos", por fin se desplazan o no en el terreno. Unos dicen que es un mito yRead more
Los estudiosos del tema llevan años debatiendo si las palmas con raíces aéreas como éstas, conocidas localmente como "Choapos", por fin se desplazan o no en el terreno. Unos dicen que es un mito y otros hasta se atreven a decir que pueden "caminar" hasta 1 metro por año desarrollando nuevas ramificaciones en la dirección hacia donde está la luz y "desechando" aquellas raíces secundarias del lado opuesto. En lo que sí coinciden estos científicos es en que este grupo de palmeras emplea un mecanismo bien interesante de supervivencia que le permite evitar la muerte cuando son derribadas por la caída de otro árbol, por el viento o por cualquier otro agente externo. Argumentan que estos organismos vegetales son capaces de extender nuevas raíces desde su tronco ya horizontal, para a partir de ahí seguir creciendo verticalmente mientras las raíces originales y la mayor parte del tronco se descompone. De una manera u otra, el resultado final es que la misma planta puede cambia de lugar, y de eso no hay dudas.
Desde hace años esta zona fue acondicionada para recibir visitantes, después de pasar por varias etapas de paz y conflictos; y aunque sí se nota hoy en día un considerable grado de abandono, también es posible ver que se dedicó bastantes recursos y conocimiento para hacer de este sitio un importante destino turístico. No sabemos si cuando diseñaron este sendero en particular dejaron a propósito algunas palmas en el camino o si ellas se desplazaron; o si simplemente hay una nueva generación que creció sobre la gravilla. De todas formas el hecho de que estén de cierta manera obstruyendo el paso es como si se le insinuara a todo el que por aquí venga la esencia de estas teorías que esperamos que con el tiempo terminen esclareciéndose.Read more
Estamos ante un paisaje poco común que solo es posible ver en el norte del continente suramericano. Estas "palmas de moriche", de las que nada más existen dos especies, viven en estos humedales de la Orinoquía y la Amazonía y en ningún otro lugar del planeta. Son refugio de un número increíble de especies de animales, algo de lo que somos testigos y fue la razón principal por la que decidiéramos pasar varios días al borde de lo que los locales llaman la "Laguna del Amor".
Aquí pareciera que los animales no se ajustan a un reloj biológico, es todo un espectáculo lo que vemos a toda hora. Ya hemos perdido la cuenta de la cantidad de aves diferentes que hemos visto, sobre todo loros que en esta temporada están anidando en la punta de las palmas muertas y cuyas bandadas suelen ser bien numerosas y escandalosas. Los monos aulladores (aquí rojizos, a diferencia de los de pelaje negro bien oscuro que veíamos en Centroamérica) y los titíes los tenemos aquí en el patio brincando de rama en rama y también escandalizando cada cual a su manera. Siempre se ven iguanas aprovechando los frutos que caen de los árboles y otros reptiles más pequeños parecidos a los anolis. En el agua vemos peces rarísimos, pero aún no hemos visto a las pirañas, que dicen que habitan aquí también. Nos cuentan que justo donde tenemos parqueado el BumBumChácata vienen las anacondas, que ya se han comido algunas gallinas del dueño de esta propiedad, y que son muy abundantes; pero a esas tampoco las hemos visto. A los caimanes solo los hemos visto de noche y a lo lejos; dicen que al igual que las pirañas, no se les ve cerca de esta orilla donde todos (locales y con mucho cuidado nosotros también) nos hemos bañado.
También nos hablan de otras especies que raras veces aparecen por acá y de otras que ya hace demasiado tiempo no se ven. Ya por ahí hemos visto pieles de felinos como elementos decorativos, un oso hormiguero que dicen que esporádicamente camina por aquí y hasta han mencionado cada cosas que ya no sabemos si se trata de leyendas o "bichos" reales. Algo sí está claro, nos creíamos que conocíamos algo de la naturaleza de aquí porque siempre ha sido un tema interesante del que de una manera u otra habíamos consultado información por años y años. Pero ni esas interminables producciones de documentales transmitidas por televisión, ni lo que uno pueda dedicar a buscar en internet, ni posiblemente el tiempo de vida estudiando y estudiando hará que al llegar aquí no te quedes así: 😯 (con la boca llena de insectos, claro) 😁Read more
Pocos lugares hay en Colombia donde ver este peculiar y hermosísimo paisaje que te deja sin palabras.
El más famoso es Caño Cristales, dicen que es un río escapado del paraíso; pero es difícil acceder a él (con el BumBumChácata no podemos), es bastante caro y ya lo visitan tantas personas que nos han contado que se pierde el encanto.
Nosotros hemos tenido la dicha de ver este fenómeno único de esta región en Caño Sabana, en la Sierra La Lindosa, a unos 10 km de San José del Guaviare, otrora territorio muy peligroso por la presencia de grupos armados en conflicto, pero que hoy en día está enfocando sus energías en el turismo. ¡Y potencial tiene!
Durante la temporada de lluvias (mayo-noviembre) se activa el cauce del río y entonces es cuando crece la Macarenia clavigera, una planta acuática que nace verde y con la exposición al sol se torna rosada o fucsia. Para el final de la temporada florece y quedan unas semillas cuando se seca el río, "dormidas" hasta que lleguen las lluvias de nuevo y vuelva a comenzar el ciclo.
Lo más curioso es que es una planta poco estudiada porque los científicos no se aventuraban a venir a esta región cuando estaba en conflicto. Así, siempre se creyó que era un alga y que se tornaba de ese color por algún mineral de la roca. Pero hace unos años unos biólogos la estudiaron con seriedad y determinaron que es una planta acuática y que el cambio de color se debe a los carotenoides, unos pigmentos que se activan para proteger a la planta de la radiación solar a medida que el cauce abarca más área y pierde profundidad. Al menos eso nos explicaron los guías del lugar.
El recorrido se hace por la margen izquierda del río, siempre acompañados de un guía y dura unos 40 minutos, aunque en nuestro caso estuvimos más tiempo para poder hacer estas imágenes. No está permitido meter las manos en el agua, para así proteger la planta (que solo habita en unos pocos sitios en los departamentos de Meta y Guaviare). Los colores se ven más intensos cuando el sol está más alto, lo que hace que el recorrido sea bajo un calor abrasador. Pero no importa, porque al regreso hay unas pocetas naturales de agua cristalina donde darse un chapuzón, con una temperatura perfecta, y donde si vas un día entre semana puede que tengas la misma suerte que tuvimos nosotros de estar solos.Read more
No fue ni una ni dos, sino tres veces las que nos desorientamos (una manera decente de decir que nos perdimos) en este ecosistema precioso, pero bien agresivo; y terminamos a monte traviesa.
Esta zona es literalmente un laberinto entre rocas volcánicas, interrumpido por grandes extensiones de matorrales y bosques bien tupidos, que llegan a ser prácticamente inaccesibles.
La primera de las veces nos confundió la red de caminos sin lógica ninguna que han hecho algunos animales (probablemente los mismos tapires que se meten en los cultivos de Alfonso, un campesino que conocimos y que más adelante nos sacara de tremendo apuro). Estos caminos van en todas direcciones y se abren entre la yerba que crece en un terreno de arena muy blanca y enchumbado en agua; justo el entorno preferido de las anacondas y otras especies que en ese momento no estábamos de mucho ánimo para contemplar. Terminamos con los pies encharcados en lo que Alfonso llama "el humedal", donde seguir cualquier sendero hace que uno se complique más y más. Al final de la tarde y ya de regreso, nos acercamos a su humilde casa de madera, Alfonso dejó lo que estaba haciendo y nos guió entre un laberinto aún más complejo y espectacular que el que habíamos visto antes para mostrarnos por dónde podíamos llegar a nuestro campamento. Justo cuando ya estábamos encima de una meseta rocosa y el resto del paisaje estaba a nuestros pies, tuvimos que correr a toda velocidad porque la tormenta que desde rato atrás venía amenazando, ya estaba casi encima de nosotros. Comenzó a tronar tan cerca que se hacía URGENTE que bajáramos de esas piedras. Corrimos hasta el agotamiento, tan rápido que nos olvidamos de las precauciones básicas que se deben tomar en estos lugares, donde además de tener extremo cuidado de donde se pisa, el simple hecho de correr puede ser un grave error porque puede activar el mecanismo de depredación de algún felino. Finalmente pudimos llegar a donde nos esperaba el BumBumChácata sin problemas, y fue en ese momento que nos preguntábamos qué habría sido de ese campesino tan noble.
La segunda vez volvimos a perder el camino, pero porque cambiamos de rumbo ex profeso, y de pronto nos vimos encima de inmensas lajas de roca donde se pierde toda huella de que alguien haya alguna vez pasado por allí. Dimos vueltas y vueltas por estrechos pasos entre montículos rocosos de formas muy curiosas, solo para terminar en casa de otros campesinos, pero no sin antes "saborear" otro pequeño humedal y salir de allí nuevamente con los pies mojados. Claro, en esta ocasión el día era de sol radiante, por lo que no podía faltar otra dosis de agotamiento. Aunque llegamos a caminar en círculos, porque el mismo terreno nos obligaba, ya entendíamos mejor la zona y al menos el rumbo nunca lo perdimos.
De tercos, y por no caminar unos 5.5km más, pues tuvimos una tercera vez; que fue más llevadera en términos generales, pero que tuvo un inicio de romper monte sin piedad, de plantas que se nos enredaban por todas partes, muchas espinas y ya el sol casi nos vencía luego de un largo día sin casi guarecernos. La mayor de las preocupaciones era que nos cogiera la noche, eso sí que no nos lo podíamos permitir; ya nos quedaba poca agua y aún hay mucho que aprender sobre la fauna que habita esta selva amazónica. La distancia que nos quedaba (cortando camino por el monte) no sobrepasaba los 2km y ya buena parte de él la conocíamos luego de cuatro jornadas, así que nos arriesgamos y salió bien; muy bien. Vivimos experiencias muy interesantes, aprendimos un montón, disfrutamos de increíbles paisajes, conocimos gente muy atenta, hicimos ejercicios, nos llevamos algunas imágenes y, aunque no vimos muchos, siempre nos acompañaba esa fantasía de cómo sería ver esos animales de los que tanto habíamos oído y que seguro estaban por todo aquello... y quién sabe si hasta nos estaban mirando.Read more
No, no es el río Amazonas aún, pero ya estamos cerca de su cuenca y ya empezamos a sorprendernos con el ecosistema de la más grande de las selvas. Aunque todavía lo que alcanzamos a conocer son solo parches de vegetación aislados, en unas pocas horas ya hemos visto especies que ni sabíamos que existían, los sonidos son únicos, tanto de día, como de noche, los olores de tantas plantas "amontonadas" se nos mezclan hasta confundirnos; así como de confuso es el intentar mirar en todas direcciones para no perdernos un solo animal que nos pase cerca; hasta dentro del BumBumChácata ya lo que tenemos de insectos empieza a ser la cantidad límite tolerable... sin contar con que andar con una luz por la noche hace que te tragues muchos, muchísimos 🥴
Nos cuentan que ya ésta es zona de capibaras, en esta laguna viven las anacondas y las pirañas, y muy cerca hay hasta delfines de agua dulce; además de que por estas tierras camina el oso hormiguero gigante y unos cuantos mamíferos exclusivos de Suramérica ✌️🥳👍Read more
En todos los países hay un lugar "sagrado" como éste, donde se libró una batalla, donde murieron hombres. En todos los países construyen monumentos inmensos recordando a aquellos que fueron "los buenos de la historia". En todos los países se sirven de esa historia para "inculcar" sentimientos e ideas a las nuevas generaciones, aún cuando se trate de niños tan pequeños como estos. Lo más interesante (útil para algunos y triste para otros) es que casi todos pasamos por estas experiencias cuando teníamos esas edades, y que la mayoría considera este tipo de actividad como algo normal. Si pensamos que hay países que se han declarado abiertamente "enemigos", entonces ¿Quién tiene la razón? 🤔
¿Quién fuera ese perro?... que no entiende nada de esto.Read more
Caminando por este pueblo en las montañas del oriente de Los Andes colombianos, veíamos un humo negro salir por las chimeneas de varias casas y asumimos que usaban leña para calentarse; pues el frío aquí ronda los 12°C. Luego sentimos un olor algo desagradable, como a neumáticos quemados, y especulamos acerca de su origen. Cuando indagamos más en el tema y hablamos con algunos locales, conocimos que aquí hay unas 32 fábricas pequeñas que pertenecen a varias familias, y donde fundamentalmente las mujeres son las encargadas de confeccionar los más de 300 000 balones de cuero que se producen cada año. Antes solo se cosían a mano, pero hoy en día la mayor parte pasa por un proceso de vulcanización que no deja de ser artesanal. La calidad de los balones de fútbol desde hace años lanzó a este pequeño pueblo de Monguí al escenario internacional, siendo la Selección Nacional de este deporte la principal beneficiaria. Esta iniciativa de fabricar balones de cuero, que viene desde 1934, ha sido la fuente de ingreso más importante que han tenido los pobladores, superando incluso a la minería y la agricultura.Read more
Un pueblo donde comienzan los páramos andinos; allá arriba donde empieza el frío, rozando los 3000 metros sobre el nivel del mar.
Nos habían hablado muy bien este sitio y decidimos venir a verlo con nuestros propios ojos. ¡Menuda sorpresa nos llevamos! Han reunido en un área de pocas manzanas, los estilos arquitectónicos de los pueblos más lindos del departamento de Boyacá.
Esto fue idea de José Ricardo Bautista, compositor y periodista, que quiso crear una aldea donde se reunieran artistas y artesanos y donde la arquitectura tuviera un papel protagónico. Con el apoyo del gobierno local, el sueño comenzó a hacerse realidad y en 1999, se mudó la primera familia.
Cada una de las manzanas de la comunidad recrea un pueblo diferente: Ráquira, Monguí, Villa de Leyva, Sáchica, Tibasosa, Tenza y El Cocuy, con sus ventanas y balcones, sus colores y sus plazas. Algunas casas se han convertido en restaurantes, tiendas de artesanías y hospederías, pero en otras definitivamente vive gente y a veces logras entrever algún detalle de la vida familiar a través de una puerta o ventana abierta.
Al Pueblito Boyacense se entra caminando; los carros quedan afuera, en alguno de los parqueos públicos cercanos. En la garita se paga la entrada ($1.50 USD al cambio actual) y, si tienes suerte, uno de los celadores te cuenta la historia del lugar y te da detalles de los pueblos representadosRead more
Travelerinteresante.