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  • Day 23

    Kazajistán

    March 15, 2023 in Kazakhstan ⋅ ☁️ 11 °C

    Planificar mi visita fue al principio difícil, ya que en la página oficial del país hacía mención que los chilenos necesitábamos visa para entrar al país. Así que, mientras estuve en Finlandia me aventuré a ir a la embajada y preguntar al cónsul cómo podía entrar al país y qué posibilidad había que me ayudara a obtener la visa que necesitaba.

    Mientras escuchaba mis preguntas me respondió con cara triste: “no te puedo ayudar, por normas internacionales tendrás que solicitarla en Brasilia (capital de Brasil)”. En ese momento todos mis planes se vinieron abajo. Y con sentimiento de decepción intentaba asumir que no podría visitar ese país; pero no, mi mente decía que no podía rendirme.

    Días después, decidí escribir y llamar al cónsul de Brasilia, para que me dieran información más detallada y me sugirieran qué hacer, lo cual no contestaron mi llamada, pero sí mí correo. Allí recibí una respuesta que jamás creí que recibiría: desde febrero del 2023 los chilenos pueden visitar Kazajistán sin visa, pero con única entrada (y yo necesitaba multi-entrada). No me importó, desde ese momento empecé a adaptar todo mi viaje para poder pisar tierra kazaja.

    Y así fue como finalmente el 21 de febrero llegué a la ciudad de Almaty, que no es la capital del país, pero sí la ciudad principal y centro económico (actualmente su capital es Astaná) y suspirando de alegría daba rienda suelta a esta aventura invernal con la barrera del idioma.

    Los primeros días fueron un poco confusos porque no manejaba el ruso ni el kazajo, y muy pocos (para no decir nadie) hablaban inglés, así que solo señalaba lo que necesitaba y con una buena sonrisa todo estuvo de maravilla. La segunda semana, tomando más confianza en el entorno y dándome cuenta que es un lugar muy seguro y que la gente es muy curiosa, logré soltarme un poco más aprendiendo ciertas frases en ruso que empecé a aplicar en las conversaciones y eso hizo que todo fuera un poco más fluido.

    Ya para mi tercera semana empecé a desenvolverme muchísimo más, visité sus grandes atracciones y me perdí entre sus restaurantes, mercados, bares y clubes. Así fue como conocí a varias personas que me acompañaron en esta experiencia y poco a poco, conociendo cada vez más la ciudad y su gente me di cuenta que este país es un diamante escondido.
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