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  • Dag 23

    El Cairo

    7 maj, Egypten ⋅ ☀️ 25 °C

    Resultaba que donde estábamos era Guiza o Giza, mismo nombre que la meseta donde están las pirámides. La ciudad forma parte de la gran urbanización del Cairo, pero la ciudad de El Cairo propiamente tal está cruzando el Nilo.

    Pedimos un Uber para ir al museo de la civilización egipcia que está en El Cairo. El primero que llegó se puso vivo queriendo cobrar adicional al cargo de la app. Nos bajamos antes de que iniciara el recorrido, y la aplicación buscó a otro que aunque hablaba solamente árabe resultó un viaje inolvidable: al parecer los semáforos son inexistentes, y el auto se metió entre calles esquivando unos triciclos motorizados llamados tuk-tuk, carretas, burros de carga, gente cruzando la calle o transitando por ella, etc.

    Entramos al museo, y su tranquilidad contrasta un montón con el exterior. En una sala tenían expuestos artefactos de todas las etapas de la civilización egipcia desde la prehistoria hasta el imperio otomano, dedicando obviamente gran parte de la exposición al periodo clásico que todos conocemos: vasijas, sarcófagos, estatuas, artefactos ceremoniales, etc.

    En el subterráneo estaba la exposición de momias; era un laberinto interminable de momias acostadas en una vitrina con temperatura y humedad controladas, el nombre del finadito o finadita, su periodo de reinado y batallas significativas o construcciones importantes su haber. Lamentablemente, en esta parte del museo no se podía tomar fotos. Imagina ser el más poderoso del país, considerado un semidios, para que miles de años después su cadaver sea expuesto en vitrina.

    Otra sala estaba dedicada a los textiles, moda egipcia antigua, materiales para teñir, métodos de tejido, etc.

    Al salir del museo tomamos nuestro primer tuk-tuk de la vida. Cuando se pasó de largo en una avenida dio la vuelta contra el tránsito y mientras tocaba la bocina al ritmo de una canción de su parlante bluetooth, los autos que venían de frente lo esquivaron hasta que se metió por la vía correcta.

    Nos dejó en un recinto privado con laguna donde estuvimos un rato paseando, y al salir otro tuk-tuk nos llevó a una estación de metro cercana. Le "costó" dar el vuelto, pero la Osita también sabe hablar el idioma del money money.

    Por fin entramos a un barrio más tranquilo, vendían souvenirs, artesanías y la calle daba la entrada a una antigua iglesia ortodoxa.

    Luego caminamos al Nilo, el que sería otro más de los ríos famosos que hemos conocido junto al Támesis, el Sena y el Danubio.

    Nos costó encontrar una wifi, hasta que llegamos a un café donde pedimos un Uber y luego de un largo tramo entre el estresante tráfico del Cairo, por fin tomó la autopista al aeropuerto. Pero incluso ahí vimos un minibus yendo contra el tránsito.

    Durante todo el trayecto vimos un solo semáforo.

    Ahora en el aeropuerto, mucho más tranquilos (luego de pasar por varias revisiones de pasaporte y dos scanners) esperamos el vuelo a nuestro próximo destino, pero mucho de lo vivido en Egipto será una gran fuente de anécdotas para el futuro.
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