Marce y PaquiNuestro día empieza con una parada en Pancorbo, prácticamente dos calles atravesadas por una vía de tren, pero con edificaciones curiosas (según algún lugareño "todas"son bonitas) A media mañana llegamos a Laguardia, Villa medieval vinícola. Su casco antiguo muy conservado le hacen ser, con razón, uno de los pueblos bonitos de España. Después de un par de vinos y sus pinchos estuvimos comiendo en el hogar del jubilado (menú mejorable). Por la tarde visitamos una de las bodegas que aún se mantiene en la localidad, concretamente la bodega "El fabulista" cuyo nombre se debe a Samaniego por ser su casa natal. La visita fue interesante, la guía, búlgara nos explicó todos los entresijos de la elaboración del vino. Aprendimos qué es el raspón, el mango, el remango, la diferencia entre vino lágrima, de corazón y de prensa. Lastima que los vinos de la cata posterior no estuvieran a la altura, sobre todo por los entremeses en bolsitas de plástico. Ya cansados decidimos volver a la furgo y, menos mal, porque pasamos la tarde con una tormenta de órdago, que de pillarnos en el pueblo nos hubiese tenido "secuestrados" allí hasta pasadas las diez de la noche.
Marce y PaquiNuestro día empieza con una parada en Pancorbo, prácticamente dos calles atravesadas por una vía de tren, pero con edificaciones curiosas (según algún lugareño "todas"son bonitas) A media mañana llegamos a Laguardia, Villa medieval vinícola. Su casco antiguo muy conservado le hacen ser, con razón, uno de los pueblos bonitos de España. Después de un par de vinos y sus pinchos estuvimos comiendo en el hogar del jubilado (menú mejorable). Por la tarde visitamos una de las bodegas que aún se mantiene en la localidad, concretamente la bodega "El fabulista" cuyo nombre se debe a Samaniego por ser su casa natal. La visita fue interesante, la guía, búlgara nos explicó todos los entresijos de la elaboración del vino. Aprendimos qué es el raspón, el mango, el remango, la diferencia entre vino lágrima, de corazón y de prensa. Lastima que los vinos de la cata posterior no estuvieran a la altura, sobre todo por los entremeses en bolsitas de plástico. Ya cansados decidimos volver a la furgo y, menos mal, porque pasamos la tarde con una tormenta de órdago, que de pillarnos en el pueblo nos hubiese tenido "secuestrados" allí hasta pasadas las diez de la noche.