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- Day 8
- Wednesday, February 12, 2025
- ☀️ 21 °C
- Altitude: 8 m
SpainPlaza España28°28’1” N 16°14’49” W
DIA 8

Este fue, sin duda, uno de los días más difíciles de aguantar. A pesar de que en todo el viaje casi no habíamos discutido, lo cual es sorprendente considerando que éramos ocho personas compartiendo un solo baño, hoy parecía que la paciencia de todos estaba al límite.
Intentamos aprovechar la casa hasta el último momento, ya que teníamos que dejarla antes de las 12, recoger todo y entregar las llaves. Luego, nos dividimos en los coches para ir al centro de Tenerife. Sin embargo, mientras que uno de los coches consiguió aparcar y sus ocupantes empezaron a recorrer el centro, el otro tuvo que dar más vueltas para encontrar sitio. Nosotros, mientras tanto, hicimos algo de turismo rápido, aunque sin demasiadas ganas, porque el cansancio acumulado del viaje ya empezaba a pesar.
En medio de todo esto, nos enteramos de que la madre de Campillo no podría recogernos porque tenía que ir con su hermana, lo que generó un poco de caos. Afortunadamente, Mario Lucas consiguió convencer a su padre para que nos recogiera en el aeropuerto, solucionando el problema.
A la hora de comer, hicimos un pequeño picoteo en un supermercado para aguantar un poco el hambre, pero lo mejor vino después: sobre las 3:30-4:00 fuimos a un guachinche increíble, el mejor restaurante del viaje sin duda. Era súper barato, la comida estaba buenísima y todos los platos eran súper típicos. Probamos ropa vieja, mojo picón, queso fresco y una especie de pasta gris que no recordamos cómo se llamaba, pero que estaba buenísima.
Después de la comida, pasamos a echar gasolina y devolvimos el coche en Gold Car, al lado del aeropuerto, sobre las 5:15. Ya en el aeropuerto, nos encontramos con el equipo de baloncesto del Tenerife, que venía de haber ganado a UCAM Murcia en la Copa del Rey por un punto y con un robo en los últimos segundos. Johnny se animó a pedirles una foto.
Para hacer tiempo antes del vuelo, nos pusimos a jugar al Risk en la terminal, y la verdad es que nos lo pasamos bastante bien. A esas alturas, ya tenía unas ganas inmensas de llegar a casa, como todos.
El vuelo duró unas tres horas, y al aterrizar nos estaba esperando la madre de Campillo. El viaje de vuelta en coche fue una mezcla de risas y caos: Julián y yo no parábamos de reírnos, Campillo estaba cabreado con su madre, y la situación en general fue de lo más graciosa. Así terminó nuestra aventura en Tenerife, cerrando un viaje increíble con muchas anécdotas para recordar.Read more