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- Giorno 9
- lunedì 12 agosto 2024 14:05
- ☁️ 19 °C
- Altitudine: 1.043 m
SvizzeraGrindelwald46°37’24” N 8°2’12” E
Parte II, La tormenta

Llegamos a Grindelwald a las 14,00 horas.
Este pueblo es, a mí parecer, el más bonito que hemos visto en toda Suiza. Si tuviera que definir este país con un lugar sería este sin duda.
Es el final del camino de la parte mas alta de los alpes suizos. Solo tiene el valle de entrada, por el que va la carretera, y un montón de montañas que le rodean de entre 3000 y 4000 metros, incluido el Eiger.
Las casas son todas de cuento. No hay edificios de ladrillo ni casuchas descuidadas.
El problema es que eso mismo pensamos un millón de turistas, por lo que los parking estaban a rebosar y andar por la calle principal (una calle de cómo 500 metros llena de tiendas para guiris) era como andar por New York en las películas americanas cuando el bueno logra su objetivo.
Buscamos aparcamiento. Todos completos. Salimos del pueblo y al final, junto al río, encontramos un parking no muy grande. Encajamos como pudimos la auto junto a otra.
Preparamos unos sandwiches para comer y nos fuimos camino del teleférico de Firts.
En este pueblo hay un montón de teleféricos que te llevan a sitios diferentes. Además tienes trenes cremallera y autobuses que comunican las diferentes estaciones. El de Firts era el más lejano de donde habíamos aparcado. Pero sin miedo ni pereza subimos pueblo y al teleférico nos encaminamos.
La góndola, como le llaman aquí, sube una burrada impresionante en tres tramos. Al final, después de un primer momento de sufrimiento evidente de Ana (no le gustan nada las alturas ) y otro de disimulado, llegamos arriba. Dos mil y muchos metros de altura, en una planicie de alta montaña que en 50 minutos te llevaba a un lago glaciar. A ellos nos pusimos y en menos de 30 minutos llegamos. Entre Carlos y Fiona nos llevaron a buen paso. A las 5 de la tarde llegamos al lago, saludamos a las cabras y optamos por comer de vuelta al fonicular para que no se nos hiciera demasiado tarde. La estación, arriba, tiene un camino de hierro colgado sobre un barranco y el puente colgante más alto de los alpes. Pues allí fuimos. Oliver delante, detrás yo, detrás Carlos, que tampoco es amante de las alturas y por último Ana con Fiona. Fiona miraba entre las rejillas del suelo y se negaba a avanzar y Ana convencía una y otra vez a su cerebro de que no pasaba nada. Al final las dos lo atravesaron.
Tocó la hora de decidir. Bajar andando o pagar de nuevo el fonicular. El cielo se aventuraba, por la derecha, de color absolutamente negro y la temperatura bajaba a mucha velocidad. In extremis, porque ya cerraban el fonicular, optamos por esta opción y menos mal.
Comimos en la bajada y al llegar entramos en una tienda a comprar un recuerdo. Y el cielo se rompió. No llovía, ni diluviaba, ni siquiera jarreaba. Hemos pedido a la Real Academia de la Lengua Helvética que cree una palabra para ese fenómeno atmosferico. Se nota que son exagerados en todo. En los quesos, en los chocolates, en las montañas, en los ríos y en la lluvia.
Nos quedaban como 40 minutos andando para llegar a la auto, y el agua caía fría del carajo. Menos mal que habíamos cogido tres capas chubasqueras y un impermeable. Aún así el viento colaba el agua por todas partes y ríos improvisados nos dificultaban el paso. Bajamos corriendo (si mi traumatólogo lee esto, yo no saltaba) y llegamos a la auto con las partes sin cubrir totalmente empapadas. Nos duchamos, guardamos lo mojado en la ducha y nos marchamos.
¡Que ilusos!
A 10 minutos del pueblo los coches estaban parados. Un rato, otro y de pronto una caravana con unos españoles que habíamos conocido esa mañana nos avisó que se había cortado la carretera y que no podríamos salir hasta el siguiente día. Y seguía lloviendo.
Como ya he contado Grindelwald es el fin del mundo. Si la Tierra fuera plana sería por donde caerían los barcos. Así que con la única vía de salida cortada estábamos aislados. Y tuve la maravillosa idea de volver al parking donde habíamos pasado el día, ya que era tranquilo y nadie nos molestaría. Ana protestó un poco, bueno, un mucho. Estábamos al lado del río ( exagerada, si había por lo menos 2 metros de distancia y estaba a un metro de nuestra altura) y con la tormenta podía ser peligroso. Pero aún así nos quedamos. Tal como decía en la huella anterior, no tenía claro que amanecieramos indemnes, por lo que pasé toda la noche mirando por la ventana de nuestra habitación si el agua nos empezaba a cubrir.
¿Cuando podríamos salir?
Si hubiera sido en España tendríamos para un mes, pero estábamos en Suiza. Mañana lo sabremos.Leggi altro
ViaggiatoreExpectante!
Viaggiatore
Q bonito!
ViaggiatoreEspectacular