• Se acabo la tormenta ¿O no?

    13. elokuuta 2024, Sveitsi ⋅ ☁️ 17 °C

    Amanecimos vivos. Ana no estaba segura del todo, pero a mí me dolía la rodilla. Era la evidencia que necesitábamos.
    El río estaba un poquito más alto, pero no se había desbordado.
    Ana y yo salimos a pasear y a valorar daños. Parecía que no hubiera llovido, excepto porque el pueblo parecía vacío con respecto al día anterior.
    Ana preguntó al conductor de un helicóptero si se podía salir de alguna otra manera. Le contesto que solo en Góndola. La carretera y las vías del tren se las había llevado el río.
    Nadie sabía cuando se podría volver a salir.
    Nos dimos un paseo subiendo pueblos hasta la oficina de información. Nos dijeron que a las 13 horas sabrían algo, así que nos fuimos a hacer una ruta por un bosque que parece mágico. Llegamos a un desfiladero y nos dimos la vuelta para ver si se podía salir.
    En efecto, con puntualidad suiza, a las 13 horas se abrió la carretera.
    Aprovechamos a comer para pasar el primer atasco y a las 3 de la tarde nos pusimos en marcha.
    El río se había llevado un trecho muy importante de carretera y río, arrasandolo todo. En una noche habían construido una carretera alternativa, y esperaban en pocas horas haber restaurado la carretera original.
    Definitivamente los suizos son unos máquinas.
    De camino logramos reponer agua y nos encaminamos hacia Italia. Pasado un puente cambiamos de cantón, y de pronto todo estaba en Italiano.
    Aquí lo de los idiomas y costumbres es alucinante. Empiezas hablando francés, y con costumbres muy francesas. Cambias al centro del país y todo es en alemán. La gente no habla francés, solo alemán o inglés, exclusivamente. Y cuando llegas a la zona italiana, otro tanto de lo mismo. Al final se te mezcla en el cerebro en Bon jour, Guten taken, Bon Jorno...

    Pero sea el idioma que se sea todo perfecto, impecable y super cuidado.
    Buscamos un aparcamiento para dormir en la parte mas al sur de los alpes. Estábamos pegados a una montaña enorme. Nos acostamos y empezó a llover. Pero a llover a lo suizo.
    Cerramos toda la auto mientras el cielo parecía la feria de San Isidro. Carlos se despertó sobresaltado, pero la realidad es que a mí las tormentas me ayudan a dormir plácidamente (eso sí, tapados con manta y colcha).
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