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  • Day 579

    Otra mala experiencia en frontera

    October 20, 2021 in Costa Rica ⋅ 🌧 26 °C

    Pensamos que regresar a Costa Rica iba a ser fácil, pan comido, vaya. Habíamos sacado bien la cuenta de los 90 días que el BumBumChácata tenía que estar fuera del país antes de poder regresar; teníamos el seguro médico y el pase de salud; estábamos preparados.

    Llegamos al puesto fronterizo de Paso Canoas a media mañana. Migraciones y Aduana de Panamá trabajaron con rapidez y en unos 30 minutos ya estábamos listos para entrar a Costa Rica.

    Hicimos los trámites migratorios en el lado tico sin contratiempos y de ahí fuimos a comprar el seguro del carro, obligatorio para poder sacar el permiso de importación temporal del vehículo. Aquí empezaron los problemas. Resulta que el seguro de Costa Rica tiene un componente que se paga trimestral y otro que se paga anual (de enero a diciembre) y como es nuestra segunda vez en el país en este año, no teníamos que pagar este último pero, por esa misma razón, solo nos dieron el seguro hasta diciembre. Explicamos que vamos a estar hasta mediados de enero. Pues vengan a finales de diciembre a pagar el componente anual para el 2022. No hay arreglo; no se puede hacer en octubre.

    Siguiente paso: ir a Aduana para el permiso. Nos atendió una mujer joven que empezó a revisar papeles porque algo no le daba la cuenta. Resulta que llevábamos 90 días fuera del país pero los tres meses calendario se cumplían al día siguiente. El oficial de la mesa de al lado, de muy mal talante, nos dijo que no íbamos a entrar y que el permiso podía hacerse al día siguiente de cumplidos los tres meses, o sea, dentro de dos días. Un individuo con el que no se podía razonar y que cuando le exigimos hablar con su superior fue a presentarle el caso poniendo el NO delante, de esa gente que hacen todo lo posible porque no resuelvas tu problema. Aquí llegamos a un punto muerto: no podíamos avanzar y tampoco regresar - algo así como Tom Hanks en el aeropuerto - teníamos que quedarnos a dormir allí mismo. Y eso hicimos.

    A la mañana siguiente fuimos bien temprano a iniciar el proceso de nuevo. Nos atendió un oficial joven, pero al rato salió apenado a decirnos que no podía hacer nada. El mismo desagradable del día anterior habia vuelto a meter la cuchareta y hacer imposible el trámite. Ya parecía algo personal. Indignados empezamos a valorar las opciones de plantear una queja por el maltrato y, en el proceso, nos enteramos de que había un cambio de turno a las dos de la tarde. Decidimos esperar y volver a intentarlo a esa hora.

    En el intermedio fuimos a un mercado a comprar alimentos para sostenernos en lo que se resolvía la situación. Cocinamos, almorzamos y preparamos los documentos para el tercer intento.

    Los oficiales que nos atendieron en el nuevo turno fueron muy cordiales. Se llevaron los documentos, conferenciaron y determinaron que sí era posible emitir el permiso ese día (lo habríamos conseguido desde la mañana de no ser por el tipo que se nos encarnó). Pero nuestros problemas aún no terminaban. Como nos vendieron el seguro nada más hasta diciembre, el permiso de Aduana solo llega hasta ese mes. No hay arreglo. Tendremos que volver a finales de año para comprar el seguro de enero (antes no lo venden) y entonces podremos tramitar con Aduana los días que nos faltan. En fin, la burocracia y los sistemas imperfectos.

    Finalmente nos quedaba la inspección del carro. La oficial de Aduana miró desde la puerta y dio el visto bueno, pero con ella venía un inspector del Servicio Fitosanitario del Estado, que enseguida vio los platanitos que habíamos comprado para el almuerzo y nos los confiscó. Le explicamos que los habíamos adquirido allí mismo en la mañana y hasta le mostramos el comprobante del mercado, pero nos dijo que ese mercado pertenecía a Panamá (quién lo iba a saber) y que no podían pasar (aunque los habíamos "pasado" a pie). Nos molestó semejante rigidez, pero no se podía hacer nada y lo que estábamos era locos por salir de allí.

    Lo que parecía ser una frontera súper fácil, se convirtió en una pesadilla de dos días, pero ya estamos preparados para la próxima.
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