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  • Day 929

    Marsella

    October 5, 2022 in Colombia ⋅ ⛅ 21 °C

    Este pueblo siempre tendrá un lugar especial en nosotros, pero esto no lo vas a entender ni tomando un avión y aterrizando aquí ahora mismo.

    Las construcciones típicas de la zona, con sus ventanas y balcones de colores, la majestuosa iglesia y su parque central, o la hermosa casa de la cultura, que a principios del siglo XX fuera un convento y escuela de monjas y que hoy alberga una colección de objetos históricos muy variada, así como los talleres de instrucción de arte y la biblioteca pública municipal, sin contar el hermoso paisaje que hay en todas direcciones, con sus cultivos de café y sus montañas y valles casi infinitos... todos son motivos suficientes para detenerse en este rincón del país, pero lo que de verdad hizo que este lugar fuera inolvidable para nosotros fue que aquí conocimos a varias personas con las que hemos hecho más que una amistad.

    Podemos decir así sin rodeos que fuimos adoptados por Don Gustavo y Doña Fabiola. Desde el momento en que llegamos a estacionarnos en su calle para pasar la que parecía iba a ser la única noche en Marsella, ellos nos abrieron la puerta de su casa y de su corazón.

    Con ellos vivimos momentos que recordaremos siempre, paseamos juntos, conocimos detalles de las costumbres de por acá que de otra manera hubiera sido imposible. Cuando menos nos imaginábamos nos llamaban, así fuera para mostrarnos algo que no sabíamos, como para que conociéramos nuevos familiares y vecinos. Sin siquiera planificación y ya nosotros con pena, nos llamaban lo mismo para almorzar o simplemente para ver televisión juntos. A cada rato aparecían con confituras o detallitos como si fuéramos niños. Recorrimos las veredas, caminamos por las calles, visitamos el precioso cementerio que tienen. Gracias a ellos conocimos un montón de gente, quienes nos acogieron como a dos más del barrio; nos compartían la clave para que nos conectáramos a internet, nos hablaban de las comunidades y lugares que debíamos conocer, nos contaban historias interesantísimas, y hasta ya andaban por ahí organizando una comelata de sancocho colectivo que pensaban cocinar en la calle al estilo más criollo. Como no podía ser de otra manera, terminamos quedándonos aquí más días de los que teníamos pensado dedicar a este pequeño pueblo en la montaña; finalmente estuvimos toda una semana en un lugar que raras veces aparece en las guías de viajes.

    Llovió, escampó, hizo frío y después calor, pero lo que se mantuvo constante fue el cariño de quienes se han convertido en nuestra familia acá en el Eje Cafetero colombiano.

    Si eres de los que le gusta viajar, pero no tienes mucho tiempo, puedes tomar un avión y venir aquí y ver lo mismo que hemos visto nosotros, eso, un pueblito en la montaña, con sus joyas claro, pero como las que tiene cualquier otro. Puedes incluso recorrer exactamente los mismos lugares que hemos recorrido nosotros y puede que hasta saludes por la calle a las mismas personas que nosotros hemos conocido. Pero si no estás dispuesto a intercambiar, conectar y convivir con locales en tus viajes, si no vas más allá de una simple visita turística como el que mira un producto en una tienda a través de un cristal, si no indagas para tratar de entender cómo personas de diferentes regiones emplean diferentes recursos y formas de resolver el mismo problema, si no te adentras en esa dimensión que solo se explica cuando estás dispuesto a "sacrificar tu preciado tiempo" para vivir y pensar diferente a como todo el mundo lo hace, definitivamente no vas a entender nada de lo que hemos escrito aquí.

    Este tipo de experiencias, más que los viajes demasiado organizados y cronometrados, más que esas excursiones donde te incluyen "de todo" y pagas hasta por aquello que ni siquiera querías, más que pararse delante de un buen paisaje o edificación antigua solo para llevarte un selfie a las redes sociales, son precisamente las experiencias que hacen un viaje como éste tan memorable. Para que cosas así sucedan hay que tener una agenda flexible, hay que adaptarse al momento y lugar y "navegar a su ritmo", hay que estar abierto a formas diversas de pensar y ver la vida.

    Viaja, pero viaja de verdad, solo así entenderás que la vida está aquí afuera.
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