El bus a Shkoder nos dejó en una bencinera antes de continuar Dios sabe dónde. Caminamos hacia el centro, todavía estaba oscuro y mientras aclaraba, decidimos caminar al lago de la ciudad.
Nos costó encontrar un camino que nos llevara directamente al lago. El que encontramos todavía tenía un área pantanosa antes de llegar al agua como tal, pero la vista era bonita con esas hojas que flotan, aves acuáticas y sapos que gritan a todo pulmón sus conquistas amorosas.
Además, durante el trekking vivimos varias anécdotas con gente campesina que sólo hablaba albano, arrieros de vacas, de cabras o de ambos al mismo tiempo.
Merece mención un perrito callejero que nos seguía, y cuando nos dábamos la vuelta, él paraba de caminar y miraba las nubes como si no nos fuéramos a dar cuenta de que nos seguía.
Después de 23 mil pasos no íbamos a subir al castillo de la ciudad arriba de un cerro. Así que lo vimos desde la costanera del rio nada más. Quizás una próxima vez.
A propósito, la costanera es un lugar donde las familias salen a pasear, y fue muy llamativo cómo la ciudad de Shkoder es principalmente una ciudad de gente mayor. Pero a diferencia de Sofía (Bulgaria), que tambíén parecía ser de más tercera edad, acá los ancianos se mueven en bicicleta para todos lados, socializan entre ellos y se desafían en violentas confrontaciones callejeras de ajedrez.
Dejamos Albania, en la rotonda "principal" de la ciudad salen buses locales o internacionales. Ahí tomaremos una van hacia Podgorica, al otro lado del lago, pero en otro país: Montenegro.Read more
BilaventurasFue emocionante