Caldera

La zona central y al sur era pura lluvia, así que era más seguro celebrar el cumpleaños de Amabile más al norte. Ella ya conocía Caldera así que compramos pasajes y reservamos en un hostal llamado Chango.

El viaje fueron unas 10 horas en bus desde Santiago hasta Copiapó, y otra hora más hasta Caldera en un bus intercomunal, la gente que subían o bajaba en zonas intermedias debía saberse las piedras de memoria o algo así.

Estando en Copiapó, recordé afuera del terminal de Pullman haber estado allí hacía muchísimos años, quiza 2004, cuando el bus paró allí para llenar el estanque para seguir hasta Arica. Ahora, casi 20 años después solamente hay una gran estatua conmemorando el rescate de los 33 mineros y pasto artificial. Lo demás seguía igual.

Entre Copiapó y Caldera destaca una zona llamada Piedra Colgante, que es literalmente una piedra gigante en el borde de un cerro, esperando su momento de gloria en el próximo terremoto para rodar cerro abajo.

Pero no todo es desierto, hay manchones verdes que alojan caseríos, (¿oasis?) y algunas hectáreas de olivos que también vimos en el camino.

Desde el terminal llegamos a pie al hostal, se inscribió junto con nosotros una chica austriaca que andaba también mochileando. No tenía el acento de Arnold Schwarzenegger.

Nos instalamos en las habitaciones del hostal y luego almorzamos juntos. La austriaca se quedó en Caldera y nosotros fuimos a Bahía Inglesa. Por temas de clima no pudimos arrendar un kayak.

El hostal se llama "Chango" y está relativamente cerca de todo: playa, centro, terminal de buses, etc. A propósito, hay un lagarto de la zona llamado precisamente "chango" y está protegido.

Caldera fue alguna vez clave en la industria minera nacional, de hecho, el primer tren de latinoamérica salíó de allí en lo que ahora es un museo "estación". Quedan todavía restos de un muelle mecanizado y varias esculturas recordando otros tiempos. También nombres de calle británicos que sin duda jugaron un papel importante en la época del nacimiento ferroviario nacional.

Al día siguiente volvimos a Bahía Inglesa, Osita con ropa de surfer, ella con su tabla, yo en un kayak.

Había un grupo de gente en tabla disfrazada celebrando halloween en medio del mar. Pasamos cerca de ellos, luego hicieron una especie de carrera hasta la costa. Nosotros al medio 😂

Volvimos al hostal, compartimos un rato con la señora Vero, la razón del buen puntaje del hostal, y al día siguiente celebrando el cumpleaños de mi Osita partimos al faro de Caldera. Cinco kilómetros en el desierto, sin agua, pero llegamos.

Es el único faro de madera de Chile que aún está en funcionamiento, y se abre al público una vez al año para el día del Patrimonio. Es decir, a fines de mayo.

Justo al volver, un colectivo nos recogió y llegamos otra vez a Bahía Inglesa. Últimos momentos allí, volvimos al hostal y tomams el bus de regreso a Copiapó.

Todavía quedaba tiempo, fuimos a la plaza de la ciudad, que es un punto verde destacado, y espero que siga así, ya que es "moda" remodelar plazas para convertirlas en áreas de cemento y inerte. En lugar de cuidar áreas verdes que son mucho más acogedoras.

Es increíble la cantidad de perros callejeros en la ciudad. Una pareja: rubio y negro, se nos acercaron, al principio pensamos que nos atacarían, pero no. Nos siguieron todo el camino, hasta se enfrentaron a otras parejas de perros que había en cada esquina. Nos siguieron desde el centro hasta el Terrapuerto a las afueras de la ciudad, donde esperamos el bus de regreso a Santiago.

Un muy lindo paseo, feliz cumpleaños mi ♡Osita♡ ʕ✿•ᴥ•ʔRead more