Quiberon

Pasamos la mañana tranquilos, al calorcito del ☀️ que nos acompaña cada día, suave, desde que llegamos a Carnac (màximas de 23 grados, un lujo! Por lo que me van contando desde 'casa nostra').
Nos pasamos por Auray, un pueblo pintoresco que tenemos a escasos minutos en coche pero oh, là là, día de mercado... aunque conseguimos aparcar, no sin esfuerzo, el lugar está imposible y decidimos no quedarnos (eso sí, un rico pan y una olivada casera caen, antes de partir); ya vendremos cuando lo teníamos planificado, que podamos apreciar su encanto sin tanto agobio...
Con víveres a nuestras espaldas (cabe decir que por Bretagne lo más recomendable es comprar en los ELeclerc) nos vamos a casa a comer.
La tarde (16.30h) se presenta movidita, el destino así lo requiere.
La península de Quiberon, estrechísima franja de tierra de 14 kms de longitud, es tremendamente polifacética. Más de 30 kms de costa para perderte y no encontrarte. Por un lado, el centro del municipio, donde convergen un sinfín de restaurantes, tiendas para todos los gustos, paraditas, actividades relacionadas con el mar y un puerto coqueto que sacarían del mismísimo aburrimiento a la persona más apática del planeta.
Con la mirada al Oeste, su costa más salvaje que se extiende a lo largo de 8 kms desde el Château de Turpault (en obras de rehabilitación) a la Pointe du Percho. Recorrerla ha sido una auténtico regalo: acantilados de vértigo en la comuna de Beg Ar Lann, playas y calas agrestes como la preciosa Port Blanc y el majestuoso Arche de Port Blanc, aclamado por sus puestas de Sol tan únicas. Al este, sin embargo, se suceden bonitas playas de arena fina que permiten un baño tranquilo y menos frío. En el Port d'Orange, en Saint-Pierre Quiberon, se deleitan nuestros ojos con la fantástica Plage de Keraude, cual piscina de agua salada.
À bientôt Kiberen 💙Read more