Purmamarca

Hoy salimos a las 7 de la mañana en un microbús hacia el oeste, en dirección a las montañas preandinas. Tras la travesía de Quijano, el último pueblo del valle, entramos en las Quebradas del río Toro, siguiendo parte del trayecto del Tren de las nubes. Traspasamos el primer puerto de 4000 metros y entramos en el altiplano, la puna, en cuyos cerros viven muchas comunidades aisladas que logró conectar entre ellas el religioso Padre Chifri. La escuela secundaria que él fundó funciona en el Alfarico, una aldea donde acabé compándome sombrero y guantes de pura lana para protegerme del frío que pelaba.
A mediodía almorzamos en San Antonio de los Cobres u continuamos hacia las Salinas Grandes, una cuarta parte del Salar de Uyuni, pero también muy ricas en Bórax y Litio.
Atravesamos un nuevo puerto de 4170 metros e iniciamos el imponente descenso de la Cuesta de Lipán alcanzando nuestro hotel en Purmamarca sobre las 16 horas después de un total de 400 kilómetros.
Huaira Huasi, la casa del viento, está regentado por María Eugenia Torres, una mujer que parecía mi tía Carmen hablando con acento criollo y que nos trató de maravilla.
Ya en el pueblo subimos al mirador del Cerro de los 7 colores y cenamos platos regionales, locro y tamales, en una peña folclórica.Leer más