• Dia 4

    26 мая 2024 г., Марокко ⋅ ☀️ 29 °C

    Hoy era el último día de los madrileños. Al ser domingo, Abellita se informó de a qué hora eran las misas en la iglesia. El recepcionista del hotel le dijo que la misa era a las 11. Al principio íbamos a ir solo Abu, Abellita y yo, pero al final fuimos los nueve a misa.

    Cuando llegamos, nos dijeron que la misa era a las 11:30 y que, además, era en francés. La misa en español había sido a las 10, así que ya habíamos llegado tarde, pero nos quedamos de todas formas. Para que Olivia no se aburriera, el tío Pablo y yo nos fuimos de compras con ella mientras esperábamos.

    A las 11:30 empezó la misa y nos sentamos todos juntos a escuchar. Era una misa cantada en francés por un coro de chicos negros de toda África: Senegal, Etiopía, etc. Cantaban muy bien. Incluso le cantaron "Cumpleaños feliz" a un sacerdote. Después de casi dos horas, la misa terminó y los sacerdotes nos despidieron efusivamente, agradeciéndonos por haber venido. Abellita se emocionó y se puso a llorar de alegría al vernos a todos allí juntos.

    Después fuimos a comer a La Dorada, donde tomé pulpo, almejas, carne y calamares. Al acabar, fuimos a llevar a los madrileños al aeropuerto de Tetuán. Nos despedimos rápidamente y, después, papá y yo nos fuimos directos a Chefchauen. Tardamos aproximadamente 1 hora y 10 minutos en llegar. Aunque la mayoría de las carreteras estaban en buen estado, algunos tramos estaban sin asfaltar y en muy malas condiciones. Aun así, conseguimos llegar.

    Llegamos temprano, aparcamos el coche y comenzamos a subir colina arriba. Al principio pensamos que el pueblo era un desastre, pero después de unos 15 minutos subiendo cuestas, llegamos a la parte turística. Se trataba de un pueblo precioso, todo azul y blanco, lleno de turistas, sobre todo árabes y algunos chinos. Compramos los últimos regalos en las tiendas y nos sacamos algunas fotos bastante chulas.

    Sobre las 7, cansados de subir tantas cuestas, decidimos ir a la cafetería Buenavista. Papá se tomó un té y yo un mango lassi fresquito. Aunque tenté un poco a la suerte, estaba buenísimo.

    Cuando terminamos, pusimos rumbo hacia Tetuán y dimos un último paseo nocturno con los Abus y el tío Héctor. Para cenar, los mayores fueron a una pastelería y papá y yo nos tomamos un bocadillo/kebab en el sitio debajo del hotel. Nos sentó de muerte, estaba increíble.

    Por último, al llegar al hotel, llamé a Eva y caímos reventados en la cama.
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