Uydu
Haritada göster
  • Gün 10

    En Potes, esperando al campa.

    21 Temmuz 2023, Ispanya ⋅ ☁️ 20 °C

    Otra vez Fiona nos levantó temprano. Bajamos al pueblo, desayuno en terracita, y a las 10 ya habíamos hecho compra, desayunado, paseado y visitado el restaurante donde cenaremos.
    Aparcamos la auto en la puerta del cole y empezó el paseo de hoy.
    Salimos de la auto al puente de San Cayetano y el camino no nos dejaba. Vuelta atrás.
    Cogimos otro camino y cruzamos el puente. 20 minutos después vimos que ese no era el camino, por lo que volvimos al puente. A la tercera y dos kilómetros después, por fin cogimos el camino correcto.
    Caminamos un rato entre parcelas cuando en un cruce, lejos del mundo habitado, nos encontramos a un viejete muy peculiar, que nos indicó que si queríamos llegar a Maredes era mejor coger el camino de la derecha, y aunque Wikiloc decía lo contrario le hicimos caso. Ahora, rememorando, creo verle unas orejas algo puntiagudas y unos zapatos peculiares y con cascabeles.
    ¿Sería una prueba del destino o una broma de un duende del bosque?
    El hecho es que empezamos a subir, subir, subir y seguir subiendo. Me suena haber contado esto ya más de una vez.
    Así durante un número indeterminado de kilómetros. A los 4 kilómetros Fiona puso cara de moribunda, y comenzó a alternar andar con subir en brazos. Desde ese momento la subida se puso más interesante (manera chulesca de decir empinada) y por fin descubrimos una cascada... seca.
    La subida se hizo mucho mucho más divertida (otra machirulada, empinada que casi te dabas la vuelta. El camino parecía más para hormigas que personas) hasta el punto de que algún tramo tenía cuerdas para ayudarte.
    Por fin, tras 6 kilómetros de pura diversión (me salen sin intentarlo) por fin llegamos a un cruce. Ante la duda a Ana le dió un cortocircuito neuronal que le suele ocurrir en la montaña. Soltó la mochila y salió a correr a ver dónde daba el camino. Y la perra detrás de ella, así que cargue las dos mochilas y les seguí. Por fin, casi dos kilómetros después y un hartón de cuestas, llegamos a Maredes.
    Desde allí volvimos a tomar camino de ida hasta el cruce y bajamos por el camino desconocido. Fuimos alternando perra en brazos y corriendo, con perra andando hasta llegar al pueblo de Valmeo.
    Una vez en el pueblo todo era sencillo. Coger un camino juntos al río, llanito( el que íbamos a seguir antes del encuentro con el duende) y en 20 minutos en Potes. Pero como hasta lo más simple puede tener salsa, se nos cruzó en el camino un mastinaco que nos siguió, ladrando, durante 10 minutos.
    Su ameno ladrido nos ayudó a levantar el ánimo y recorrer parte del camino a un ritmo impensable en esos momentos. Al final resultó ser un adolescente con ganas de llamar la atención.
    Vuelta a la autocaravana y Fiona perdió la consciencia durante 2 horas. Nosotros, aún siendo las 5 de la tarde, aprovechamos para comer algo.
    Ya por la tarde bajamos, tras la llamada de Juanki, cual Indianas Jones, a la búsqueda de comida para hijos y monis del día siguiente. Encontrar el santo grial se aventuró como un reto más sencillo. La carnicera nos hacía filetes empanados, y solo eso. Ni hamburguesas,ni chorizo, no tortilla... El precio, pues depende. A 14 el kilo, lo que pese.
    Las empanadas en la tahona. Brutal la de queso de untar con mermelada de pimientos y fresas, o de fresa con mermelada de queso y paté de pimientos, o algo similar.
    Y las tortillas... Encontramos un sitio a 15 euros. ¡Excesivo!
    Encontramos otro sitio en una taberna. Una, dos, tres cervecitas antes de negociar, y al día siguiente la pagamos a 20. Sin comentarios. Aún retumban en mis oídos las risas del tortillero cuando llegara a su casa.
    La cena, apartados en el rincón para madrileños con perro. Pero volvimos a juntarnos con Inés y Fatima, y lo pasamos muy bien.
    Fuimos a dormir al campa, un poco en cuesta, pero eso ya es del día siguiente.
    Okumaya devam et