Dia de campa con Carlis

A las 11 se podía entrar al campa. El desayuno se hizo muy largo, así como la espera posterior. Entre medias, esa noche, habían estado de velada hasta más tarde del amanecer, y en la reunión mañanera hubo muy poca gente. Algunos coches aparecieron misteriosamente envueltos con cinta adhesiva y con sillas pegadas.
Las 11. ¿Y Carlos? Desayunado, nos dijeron.
No estaba de buen humor. Se aventuraba tormenta de las potentes, con rayos, truenos, huracanes, erupciones, tsunamis y todo o que la naturaleza pueda producir.
Estaba hasta el gorro de la actitud de algunos compañeros, y no quería seguir de campa.
Hablo Ana con él, hablé yo, logramos que hablara con Lekes, y al final accedió a intentar continuar.
Su desesperación sirvió para que los silenciosos de la red pudieran hablar y contar lo que no les gustaba. Como decía uno de mis monitores de mi vida scout, los problemas son experiencias que te hacer crecer y te ayudan en tu vida.
Nos despedimos de Carlis con el corazón encogido ( eso yo, que tenía más o menos claro que todo se iba a resolver bien. El de Ana estaba cual tesoro pirata metido en arcón de hierro, enterrado bajo tierra, en lo más profundo de la isla desierta más alejada del mundo conocido).
Recogimos nuestros trozos y gracias a Inés, Fátima y Juanki pasamos un ratito de cena agradable.
Al día siguiente nos esperaban nuevas aventuras para nuestros corazones: íbamos a visitar a Claudia y Tania.Leggi altro