• Completando el cuarteto de Alpes

    August 15 in Germany ⋅ ☀️ 27 °C

    Pues la noche no fue tan horrible como podíamos imaginar, fue bastante peor.
    A las 12,30 de la noche llego un coche de 9 plazas de cincuentones o sesentones. Aparcaron a 1 metro de nuestra ventana. Una traía un vaso en la mano que dejó encima de su coche y se puso a mear allí mismo. Un rato después llego otro coche con una pareja, alcohol, sexo y rocanrol. Ella se fue a su casa y volvió un rato más tarde con una cerveza y su perro. Estuve tentado de hacer la españolada, bajar en calzoncillos con un gorra en la cabeza y la barba que tengo en el asiento del copiloto y brearla al grito "¡El tío de la bara!" Pero mi nuevo espíritu sajón me impedía mostrame grosero y gritar entre las diez de la noche y las 6 de la mañana.
    Por cierto, en las autopistas alemanas, de tres carriles por sentido, extendidas por todas partes y sin un solo bache, cuando pasa cerca de un pueblo las señales de tráfico indican que hay que bajar la velocidad de 130 a 110, de 10 de la noche a 6 de la mañana, para hacer menos ruido.
    Cogimos autocaravana y enfilamos hacia Garmisch-Partenkirchen, en el inicio de los Alpes Bávaros, junto a la frontera con Austria.
    Aparcar fue más fácil de lo esperado. Ana les pidió amablemente a unos que estaban comiendo en el coche que nos dejaran el sitio.
    Después preguntamos por una ruta, no muy larga ni con mucho desnivel en el centro de información y nos contaron una cortita, de unos 8 kilómetros.
    Se les olvidó contarnos que tenía 489 metros de desnivel que se subían en tan solo tres kilómetros y medio, que era una sola cuesta, sin lugar para el descanso, que en algunos tramos creías estar en un montaña rusa porque casi andabas boca abajo y que en los tramos al Sol ibas marcando el camino con un reguero de sudor. Así que en poco más de horas y media llegamos a la cima y bajamos en otra hora y cuarto.
    Tras cotillear las pistas de esquí alpino fuimos a comer. Como ya empieza a ser costumbre terminamos de comer a las seis, por lo que tras una breve siesta bajamos a visitar el pueblo, que literalmente es de cuento.
    Como es festivo (15 de agosto) había mucha gente con el traje regional, lo que daba más encanto al paseo.
    Es nuestro cuarto 15 de agosto fuera de España y todos han sido peculiares. El primero nos pilló en Saint Michel, por lo que prácticamente solo vimos a un montón de franceses apretujados contra nosotros. El segundo en Florencia. Como no dejaban entrar a visitar la catedral porque había misa, nos metimos a una y después la visitamos casi solos. La tercera en el lago D'Como, Italia. La noche anterior fue un constante de música y juerga. El día 15 se nos estropeó la auto y cruzamos toda Italia sin encontrar donde arreglarla, llegando a los Alpes Franceses. Y este año esperamos no encontrar ninguna sorpresa digna de contar el próximo año.
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