Día 2: Baie St.Paul y La Malbaie

Salimos de Sainte-Anne bastante pronto con ganas de dejar atrás la triste carretera de 4 carriles y tráfico intenso con casas alrededor que es este pueblo, en dirección a lugares más interesantes.

Nada más salir de la localidad el paisaje empieza a ser mucho más salvaje y montañoso, y cada vez menos poblado. La carretera que seguimos es muy curiosa: bordea el río subiendo y bajando colinas, sin tener un solo túnel. Pasamos del nivel del mar a una altura máxima de 740m. En definitiva: el paisaje es impresionante y único.

En menos de 1h llegamos a Baie Saint-Paul, un pueblo muy turístico y plagado de franceses. Vamos a un pintoresco café construido en un antiguo convento, donde venden cosas muy variadas y mucha gente trabaja. Amélia tiene algo de tiempo para responder a las felicitaciones de cumpleaños que ya ha recibido.

Después nos dirigimos hacia la playa, y tras pasar una granja de alpacas y una extraña pista de aterrizaje de avionetas (un campo), nos paramos a observar la grandeza del río San Lorenzo que aún en marea baja nos regala un genial paisaje natural: una playa llena de vegetación en la que desemboca un río, una mezcla entre un entorno marítimo y otro fluvial.

Dejamos Baie Saint-Paul para dirigirnos hacia La Malbaie, pero en la carretera hacemos paradas en varios comercios bien reputados: dos productores de queso (uno de los cuales vende productos vascos), una cervecería en la que producen bebidas con productos de la zona y una panadería.

Finalmente, nos sentamos en la playa de La Malbaie, otro pueblo del estuario con una coqueta playita fría. En unos bancos de madera que miran a la inmensidad del San Lorenzo, hacemos un picnic con productos locales.

Visitamos la preciosa biblioteca municipal que es otra ventana al río y tras esto nos ponemos en marcha hacia la última parada del día.Leer más