• Lo que nos encontramos

    14. marraskuuta 2020, Guatemala ⋅ ⛅ 22 °C

    Regresando de la cascada de Chilascó oímos un sonido familiar. Miramos en todas direcciones y enseguida nos dimos cuenta que teníamos a un paso de distancia a este cachorrito recién nacido, que lloraba sin parar.

    Ya habíamos visto en muchos lugares, incluso en áreas protegidas, cualquier cantidad de perros que claramente no eran mascotas y hasta habíamos comentado sobre el problema ecológico que deben estar ocasionando. Hasta ahora los perros eran ese asunto que nos preguntábamos cómo era posible que no estuviera controlado.

    Al ver a este precioso bebé, que definitivamente había sido abandonado en el camino (tal vez al día siguiente de nacer porque aún no abría los ojos y todavía arrastraba parte del cordón umbilical), automáticamente se borraron todas las teorías medioambientalistas y lo recogimos. Buscamos y buscamos al menos a algún campesino que anduviera por allí, pero nada. Caminamos un poco con cachorro en mano, que aún seguía chillando a toda máquina, y lo alzamos lo más alto posible por si acaso la madre andaba por allí que lo oyera... pero nada. Ya lo teníamos en la mano y ya era imposible actuar con tanta sangre fría como para dejarlo allí, continuar nuestro camino y desentendernos; no quedaba otra que seguir buscando.

    Luego de un rato caminando vimos al primer campesino, que no era el dueño, pero que nos da el dato que necesitábamos para darnos cuenta de que una persona había dejado, con sangre más que helada, a este perrito a su suerte. Nos dice que más adelante en el camino hay otro cachorrito recién nacido; aproximadamente a medio kilómetro del lugar donde encontramos el primero. Cuando llegamos ya era tarde, ese otro cachorrito ya estaba muerto 😕

    Seguimos hasta donde estábamos acampados y enseguida le dimos leche al pobre perrito, que tuvo que esperar que camináramos casi 2km. Aunque es sábado, muchos habían ido al campo a trabajar y estábamos justo en el camino por el que todos tenían que regresar al pueblo, así que no perdíamos oportunidad de preguntarles si sabían de quién era, pero era solo el pretexto para entablar una conversación (ya sabíamos las intenciones de quien dejó estos animalitos abandonados); realmente pretendíamos encontrar a alguien que quisiera adoptar a este "bichito". Algunos de los que estuvieron buen rato hablando con nosotros hasta le pusieron un apodo, decían que era la alarma del carro porque aún seguía llorando y la gente no se daba cuenta de dónde venían los chillidos.

    Finalmente, después de más de una hora intentando, apareció este muchachito, que fue el héroe de esta historia. Fue de todos el único que de verdad mostró sentimientos y decidió intentar salvarle la vida a este pequeño; cosa de la que aún no hay garantía por tratarse de una criatura tan acabada de nacer.
    Lue lisää