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  • Day 880

    Nos complicamos

    August 17, 2022 in Colombia ⋅ ⛅ 30 °C

    No fue ni una ni dos, sino tres veces las que nos desorientamos (una manera decente de decir que nos perdimos) en este ecosistema precioso, pero bien agresivo; y terminamos a monte traviesa.

    Esta zona es literalmente un laberinto entre rocas volcánicas, interrumpido por grandes extensiones de matorrales y bosques bien tupidos, que llegan a ser prácticamente inaccesibles.

    La primera de las veces nos confundió la red de caminos sin lógica ninguna que han hecho algunos animales (probablemente los mismos tapires que se meten en los cultivos de Alfonso, un campesino que conocimos y que más adelante nos sacara de tremendo apuro). Estos caminos van en todas direcciones y se abren entre la yerba que crece en un terreno de arena muy blanca y enchumbado en agua; justo el entorno preferido de las anacondas y otras especies que en ese momento no estábamos de mucho ánimo para contemplar. Terminamos con los pies encharcados en lo que Alfonso llama "el humedal", donde seguir cualquier sendero hace que uno se complique más y más. Al final de la tarde y ya de regreso, nos acercamos a su humilde casa de madera, Alfonso dejó lo que estaba haciendo y nos guió entre un laberinto aún más complejo y espectacular que el que habíamos visto antes para mostrarnos por dónde podíamos llegar a nuestro campamento. Justo cuando ya estábamos encima de una meseta rocosa y el resto del paisaje estaba a nuestros pies, tuvimos que correr a toda velocidad porque la tormenta que desde rato atrás venía amenazando, ya estaba casi encima de nosotros. Comenzó a tronar tan cerca que se hacía URGENTE que bajáramos de esas piedras. Corrimos hasta el agotamiento, tan rápido que nos olvidamos de las precauciones básicas que se deben tomar en estos lugares, donde además de tener extremo cuidado de donde se pisa, el simple hecho de correr puede ser un grave error porque puede activar el mecanismo de depredación de algún felino. Finalmente pudimos llegar a donde nos esperaba el BumBumChácata sin problemas, y fue en ese momento que nos preguntábamos qué habría sido de ese campesino tan noble.

    La segunda vez volvimos a perder el camino, pero porque cambiamos de rumbo ex profeso, y de pronto nos vimos encima de inmensas lajas de roca donde se pierde toda huella de que alguien haya alguna vez pasado por allí. Dimos vueltas y vueltas por estrechos pasos entre montículos rocosos de formas muy curiosas, solo para terminar en casa de otros campesinos, pero no sin antes "saborear" otro pequeño humedal y salir de allí nuevamente con los pies mojados. Claro, en esta ocasión el día era de sol radiante, por lo que no podía faltar otra dosis de agotamiento. Aunque llegamos a caminar en círculos, porque el mismo terreno nos obligaba, ya entendíamos mejor la zona y al menos el rumbo nunca lo perdimos.

    De tercos, y por no caminar unos 5.5km más, pues tuvimos una tercera vez; que fue más llevadera en términos generales, pero que tuvo un inicio de romper monte sin piedad, de plantas que se nos enredaban por todas partes, muchas espinas y ya el sol casi nos vencía luego de un largo día sin casi guarecernos. La mayor de las preocupaciones era que nos cogiera la noche, eso sí que no nos lo podíamos permitir; ya nos quedaba poca agua y aún hay mucho que aprender sobre la fauna que habita esta selva amazónica. La distancia que nos quedaba (cortando camino por el monte) no sobrepasaba los 2km y ya buena parte de él la conocíamos luego de cuatro jornadas, así que nos arriesgamos y salió bien; muy bien. Vivimos experiencias muy interesantes, aprendimos un montón, disfrutamos de increíbles paisajes, conocimos gente muy atenta, hicimos ejercicios, nos llevamos algunas imágenes y, aunque no vimos muchos, siempre nos acompañaba esa fantasía de cómo sería ver esos animales de los que tanto habíamos oído y que seguro estaban por todo aquello... y quién sabe si hasta nos estaban mirando.
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