Fuimos a una cárcel

El edificio de la que fuera hasta 1946 la Penitenciaría Central de Cundinamarca, en Bogotá, alberga hoy el Museo Nacional de Colombia. En los espacios en los que otrora se amontonaran los hombres condenados, se exhiben piezas arqueológicas, obras de arte y objetos de valor histórico para los colombianos. Todavía se ven las ventanitas de las celdas y las rejas que dividían los pabellones convertidos en salas de exposición.

El museo se instaló en esta edificación en el año 1948, pero es uno de los más antiguos de América, pues su primera colección data de 1823. Tiene un módico precio de entrada: 4 000 COP (aprox. $1 USD) y los domingos es gratis durante todo el día. La historia más relevante del país está contada en cuatro pisos y va desde la época precolombina y los pobladores originarios hasta los tiempos actuales pasando por los períodos de lucha contra el poder colonial y de turbulencia política del siglo XX. La curaduría es muy ingeniosa e intenta dialogar con la historia personal de los visitantes y que estos interactúen con el contenido y las piezas en exhibición.

Fue una gran oportunidad estar de vuelta en Bogotá por unos días y dedicarle un tiempo a recorrer el museo. Íbamos abrigados y por nuestra propia voluntad, pero cuando sentíamos el frío bogotano en los pasillos, no pudimos dejar de pensar en cómo habrían sobrevivido aquellos presos que pasaron años aquí.Les mer