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  • Day 1,164

    Juego de colores

    May 28, 2023 in Peru ⋅ 🌧 19 °C

    Caminando tranquilamente por el borde del Cañón de Sonche, nos encontramos con un ejemplar escurridizo, que no se ve con frecuencia. Aún sin saber exactamente la especie, sus colores son indicativos de peligro, así que nos mantuvimos a una distancia prudencial para no estresarla. Enseguida recurrimos a nuestros amigos especialistas para llegar a la conclusión de que se trata de una serpiente coral (Micrurus peruvianus).

    Hay mucho contenido en internet donde algunas personas, con la mejor intención, intentan facilitarnos la manera de saber cuando se trata de una coral (venenosa) o de una falsa coral (no venenosa), argumentando que hay patrones de colores (donde priman el blanco, el rojo, el negro, el naranja y el amarillo) que nos permiten separar estos dos grandes grupos. De nuestros amigos aprendimos que hay muchísimas más especies de lo que nos imaginábamos y que pueden ser tan similares entre sí, que incluso a ellos les resulta a veces difícil identificarlas; cuidado, esto no es un juego de colores.

    Conocida como coralillo peruano o serpiente de coral peruana, ésta que tuvimos la oportunidad de ver es realmente una especie venenosa que habita en Perú y el norte de Chile. Pertenece a la familia Elapidae, al igual que las cobras. Es relativamente pequeña, alcanzando una longitud máxima de alrededor de 90 cm. Tiene un cuerpo delgado y cilíndrico con una cabeza apenas distinguible del cuello. Es una especie terrestre y nocturna, pasando el día escondida bajo rocas, troncos o en madrigueras; fue realmente una suerte cruzarnos con ella.

    Andando por estos parajes, es imprescindible no meter la mano en huecos, ni levantar piedras o cruzar troncos caídos sin antes mirar, para evitar una mordedura que puede ser bien peligrosa. El veneno de M. peruvianus contiene neurotoxinas y miotoxinas que afectan el sistema nervioso y los músculos. La mordedura puede ser muy dolorosa y potencialmente letal si no se administra el antídoto correctamente. Afortunadamente, no es una especie particularmente agresiva y las mordeduras a humanos son poco frecuentes. 

    Si bien hay que andar con cuidado y tomar precauciones para evitar encuentros potencialmente peligrosos con serpientes en su entorno natural, tampoco es que estén cada dos pasos. De hecho, durante este viaje de más de tres años ya, solo hemos visto unas pocas. Esperamos ver más y seguir disfrutando de tales maravillas, pero no podemos olvidar que somos nosotros los que estamos en su espacio. Siempre estamos pendientes y no nos confiamos, porque pueden aparecer cuando menos lo esperamos.
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