Península de Yucatán

Nos tocaba hacer el PCR para volver a Chile.

Amaneció en "modo diluvio", y Cancún, para haber sido fundada hace apenas hace 50 años como una ciudad diseñada y planificada, no parecía soportar muy bien la lluvia con calles anegadas por todos lados.

Llegamos al laboratorio, nos metieron un bastoncito de algodón, hisopo o "cotonito" por la nariz hasta casi raspar los pensamientos. "Eso es todo, le llegarán los resultados por email"

Flor de negocio. Compras un cargamento de kits de PCR en Aliexpress (algo así como test de embarazos), te montas un kiosko como carrito de hotdogs y ya tienes tu "laboratorio" covid. La zona hotelera está llena de estos carritos y cobran entre 90 y 100 dólares.

En el hotel le dieron un dato a Osita de un laboratorio en el centro que cobraba 50. A ese fuimos.

El día de Playa del Carmen, cuando volvíamos a Cancún, el bus venía con una ópera de tosidos. Al frente un tipo tosía cada 5 minutos, en el asiento de atrás otro que no podía aguantar 30 segundos sin toser, y al fondo alguien que no logré identificar hacía coro con otras toses eventuales.

El del asiento de atrás se bajó a medio camino, pero el tosedor de al frente se cambió para reemplazarlo, seguro parecía un buen lugar para toser a gusto.

Aún así el resultado nos dio negativo. Dios es grande.

Tomamos desayuno en la plaza 28, lugar donde se consiguen los souvenirs que luego se revenden en otras partes de la ciudad. Quesadillas, chilaquiles y empanadas. En realidad fue desayuno + almuerzo.

Luego tomamos locomoción hacia el próximo y último hostal. Atravesamos los caudalosos ríos de las calles como un jetsky improvisado. Si, acá no les importa salpicar a los peatones. Y llegamos al hostal.

Dicho lo anterior, la ciudad entera pareciera haberse planificado sin pensar mucho en la gente de a pie con la cantidad de rotondas y avenidas sin veredas que hay.

El nuevo hostal utiliza sistema de contraseña para abrir la puerta en lugar de llave. Descargamos el equipaje y fuimos a un santuario que recomendaron visitar a Osita, al principio había escuchado mal y creí que era un santuario para tartamudos, pero no. Era María Desatadora de Nudos. Pero nada que ver con nudos de botas o zapatillas, allí la gente deja unos listones con peticiones amarrados en todos lados, incluso (y sobre todo) en árboles por mucho que hayan letreros que piden no hacerlo.

De vuelta al hostal pasamos al super, compré arándanos enchilados y garbanzos enchilados. Ambos supieron a arrepientimiento, agridulce uno y extremadamente duro el otro. Viva el clásico maní con merkén.Read more