8:30 am , hoy nos hemos levantado un poco más tarde porque el bar de cicera abría a las 9:00 y teníamos que desayunar!
Hemos dormido solos en una habitación de ocho camas no nos podemos quejar 🤪
Desayunamos y estuvimos de tertulia con el dueño del bar, le preguntamos sobre la rentabilidad del mismo y nos acercó un poco más a la realidad que veníamos observando desde días anteriores; la previsión de futuro del bar no era optimista, nos llamó la atención la elevada carga fiscal y tan poco ventajosa con respecto a establecimientos de ciudades que tiene que soportar este tipo de locales en medio de la nada, en 50km de camino no habíamos visto nada más que un bar además de este.
Terminamos el desayuno y empezamos a andar, un panel nos marca 7,5 km hasta el siguiente pueblo llamado Lebeña.
Nos adentramos en un bosque que parecía sacado de un cuento, lleno de árboles, musgo de un verde espectacular y de todo tipo de naturaleza. La dificultad estaba en la pendiente del mismo, ademas empieza el calor y rompemos a sudar.
A medio camino nos encontramos con nuestros compañeros vascos de albergue, y continuamos con ellos el camino.
Ya los cuatro juntos topamos con dos hombres encargados del mantenimiento del camino, ambos robustos, uno de ellos tiene una espalda del tamaño de un armario y el otro es del estilo debido al gran trabajo físico que realizan día a día para que nosotros podamos hacer este camino y disfrutar como venimos haciendo. Estos nos indican un atajo campo a través. (Este atajo fue un acierto).
Llegamos a Lebeña y llega la decisión que marcaría el día; optar por un camino más largo, con mucha pendiente o la segunda opción que era más corta en kilómetros pero con una advertencia que nos indicaba que tuviésemos cuidado y que este era apto para senderistas con experiencia.
Nosotros escogimos la segunda opción y María ya iba pensando en su miedo a las alturas.
Después de unos kilómetros bastante exigentes y con fuerte desnivel nos dimos cuenta de que estábamos subiendo y llegando a lo más alto de las montañas del Desfiladero de la Hermida. De un momento a otro damos un paso y estamos delante de un precipicio , María al ver aquello hubiese salido corriendo marcha atrás, pero Alfredo estaba tan seguro y tranquilo que decidimos tirar hacia delante.
Estábamos pasando por un camino de maximo un metro de ancho, con un poco de viento y de rocas que con una pisada poco firme se desprendían. Alfredo marcaba el camino y admiraba las vistas pero Maria solo miraba hacia el suelo y sus pasos.
Al terminar este tramo de nervios nos sentamos unos minutos y continuamos hasta llegar a Tama, un pueblo que contaba con un bar donde íbamos a comer, y al llegar a ese bar... ¡Menuda sorpresa!, estaba comiendo allí nuestro amigo Manuel ( el compañero austriaco del albergue) , nos sentamos a comer con el, poco más tarde llegaron nuestros amigos vascos de los que nos habíamos alejado ya que fueron a un río a meter los pies en frío.
Ya éramos 5, pero llegaba la hora de despedirse de aquella pareja y continuar con nuestro amigo Manuel hasta Potes.
Llegamos a Potes en tan solo 1h y compramos en el súper algo de cena .
Toca despedirse del nuevo amigo trotamundos (el cual llevaba 26 km recorridos hoy y se iba a andar otros 7km más).
Nosotros llegamos al albergue y por suerte dormimos solos otra vez!, está situado en una montaña y las vistas son preciosas, se ven directamente los picos de Europa, tiene cocina y es entero de madera, cuenta además con un salón y es perfecto para pasar unos días de desconexión.
Buenas noches!!! La aventura va llegando a su fin...Read more