• Dia 16

    29 kwietnia, Tajlandia ⋅ ⛅ 29 °C

    Hoy nos hemos despertado pronto en nuestro hotelazo de Koh Lanta para aprovechar bien la mañana antes del check-out. Hemos desayunado tempranito y nos hemos dado el último baño en la piscina y la playa, despidiéndonos del sitio con pena, porque nos había encantado. A las 11 en punto, ya con las mochilas preparadas, hemos bajado a recepción, entregado las llaves y nos hemos subido al taxi rumbo al puerto.

    Llegamos sobre las 11:30 y, como el ferry salía a la una, fuimos al 7-Eleven a por una cosa que necesitaba Eva, y luego nos sentamos tranquilamente a descansar, terminar unos vídeos y esperar. El ferry ha sido de los mejores del viaje: amplio, vacío, muy cómodo y con vistas espectaculares. Una hora y media después, llegábamos a las islas Phi Phi.

    Nada más bajar, empezamos a buscar al tio del hotel que nos tenía que llevar en longtail, pero estaba por ahí tirado sin hacer nada, y nos dice que dejemos las mochilas y que volvamos a las 3 (eran las 2:30).
    Pero al poco, como vino otra familia, ya nos subieron y nos llevaron al hotel. El trayecto fue cortito y llegamos a una bahía preciosa.

    El recibimiento fue genial : nos lavaron los pies (raro, pero bueno), nos dieron Thai tea, frutas y pañuelos fríos para el cuello. La habitación era estilo la de Koh Lipe, pero más premium. De ahí fuimos a comer, que teníamos un hambre brutal porque eran casi las 4. Pedimos un Pad Thai con crepes que estaban deliciosas.

    Después estuvimos viendo qué hacer el día siguiente, por qué solo íbamos a tener esa tarde y la mañana siguiente en phi phi.
    Pillamos una excursión por WhatsApp y pagamos 1300 por los dos en la recepción del hotel, aunque era 1300 por persona… así que cruzamos los dedos por si colaba. (no coló)

    Por la tarde alquilamos gafas de snorkel y nos pusimos a explorar el agua justo enfrente del hotel, luego cruzamos nadando a una playa de al lado y estuvimos buceando por ahí, una pasada. De vuelta vimos el atardecer y empezamos a dudar dónde cenar. Por suerte fuimos al restaurante del hotel, porque se puso a llover muy fuerte y el otro sitio estaba lejos, con un caminito de jungla que hubiera sido horrible con lluvia.

    La cena fue occidental: hamburguesa y macarrones, que ya estábamos un poco saturados de Pad Thai. Y para acabar el día, nos echamos unas risas jugando a juegos de mímica.
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