• Little Adam's Peak y viaje a Arugam Bay

    25 mars 2024, Sri Lanka ⋅ ☀️ 21 °C

    Nos despertamos y percibimos que afuera ya está amaneciendo y hay luz. Más de la que debería. Resulta que Iciar ha puesto el despertador una hora más tarde sin querer. Por un lado, hemos dormido una hora más. Por otro, nuestro plan se ha ido más o menos al garete 🙃. Decidimos subir hasta Little Adam's Peak igualmente, ya que las vistas seguro que siguen mereciendo la pena, y la luz es bonita a estas horas. Nos ponemos en marcha a las 6, y llegamos a la cima sobre las 7. el camino está bastante vacío y la luz se cuela entre las plantaciones de Té, iluminando Ella's rock.

    En la cima, sacamos unas cuantas fotos con esta luz tan bonita y procedemos a bajar por el mismo camino. Al llegar a la carretera principal, nos desviamos para ver el puente de los 9 arcos, muy conocido y de gran interés turístico, ya que crea una estampa muy bonita cuando pasa el tren (solo 7 veces al día). Está lleno de turistas y la verdad no nos entusiasma demasiado, pero es verdad que tiene mucha importancia histórica y los alrededores son increíbles. Con los deberes hechos, volvemos camino a la ciudad, tomamos un café en nuestra cafetería occidental de confianza, y estamos a las 09:00 como un reloj de vuelta en la habitación para tomar un rico desayuno.

    Esta vez nos sirven hoppers, rotti con dahl, zumito de papaya, tostadas, y rottis con coco y miel. Hacemos las mochilas, nos despedimos de la familia que tan hospitalariamente nos ha acogido, y pedimos un Uber para ir hasta Wellawaya, un punto intermedio en nuestro viaje en el que cogeremos un bus para ir hasta Pottuvil, y de ahi un TukTuk a Arugam Bay.

    Nos recoge Ashok, un Sri Lankés en un Suzuki, que ha trabajado 6 años en Corea del Sur arreglando piezas de carrocería y habla Coreano perfectamente. Durante el viaje de 45 minutos, nos cuenta la actualidad política del país y nos hace entender mejor los problemas a los que se enfrentan los ciudadanos de Sri Lanka. También nos habla de su familia, y de lo muy orgulloso que está de lo bien que le han ido a su hijo en los exámenes. A mitad de viaje, para en mitad de la carretera (literalmente) cuando ve que en el arcén hay plantas de pimienta y de café para enseñarnoslas, y de paso explicarnos cómo se buscan gemas preciosas en Sri Lanka, país también conocido por la calidad de éstas.

    Al llegar a la estación de bus de Wellawaya, cogemos su WhatsApp (todos los taxistas o TukTuks te lo ofrecen por si acaso precisas de sus servicios más adelante) e intentamos buscar el bus que tenemos que coger. Al principio nos estresamos un poco. No se ve ningún otro turista, el lugar es bastante destartalado y un hombre nos pregunta insistentemente a dónde queremos ir para ofrecerse a llevarnos en taxi. Le mandamos a paseo, nos sentamos y nos tranquilizamos. En el puesto de información nos dicen que el bus sale a las 13:30. Son las 12:10. Vamos a un bar cercano a comer algo (rice&curri en mi caso, un hot dog raro en el caso de Iciar), tomar una coca cola e ir al baño. A las 13:35 llega el bus, y todo parece estar enfilado. Nos subimos y ahora sí que conseguimos sitio juntos.

    Este conductor no se anda con chiquitas y el viaje es un vaivén continuo. Frenazos, bandazos, acelerones... Todo bañado en un sinfin de bocinazos, sonidos de líquidos de freno y rugidos de motor. Nos lo tomamos con humor, pero desde luego hay que tener estómago para esto. Podemos oir a dos de los pasajeros no tenerlo. Cuando quedaban 40 minutos de viaje, el revisor comienza a gritar hacia nosotros e indicar con aspavientos que nos acercáramos al frente del bus. No entendemos muy bien lo que pasa hasta que uno de los pasajeros dice "present, present" (regalo). Y cuando llego al frente lo veo a través del parabrisas. Un elefante está cruzando la carretera a 50 metros de nosotros. El autobús para, y el revisor me insta a bajar para sacar fotos. Cuando vuelvo al asiento con Iciar, no nos lo podemos creer. El autobús comienza a avanzar lentamente y saludamos al elefante desde la ventanilla, viendo cómo se hace pequeño en la lejanía. Definitivamente el viaje en autobús ha merecido la pena, y este será para siempre el primer elefante que hemos visto en nuestra vida, desde un bus de línea cutre con tapizado de dragones y estampas amarillas por doquier, que paró a mitad de trayecto para que dos guiris pudiesen sacar fotos a un elefante.

    Llegamos a Pottuvil, agradecemos al revisor y el conductor, nos despedimos de todos y cogemos un TukTuk (al que conseguimos regatear 100 rupias) dirección a Arugam Bay.
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