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  • Day 16

    El Caribe

    April 18, 2017 in Colombia ⋅ ⛅ 40 °C

    Última etapa caribena: Santa Marta, Palomino y el parque Tayrona. Los viajeros que llegan a Santa Marta se pueden sentir poco impresionados por el look inicial de la ciudad: ciudad portuaria, suciedad y una pátina de decadencia. Pero hay que darle una oportunidad al centro donde calle tras calle se descubren hoteles boutiques y casonas coloniales y republicanas que te hacen pensar en la Habana. Es una ciudad que se está desarrollando turisticamente, pero que a diferencia de otras ciudades ya establecidas, mantiene su autenticidad.
    Buenos restaurantes de pescado y nuestra guarida caribeña: Casa Carolina, un lugar ideal para descansar del calor costeño.
    Aquí hay que caminar lento, la rapidez se convierte en sudor en un plis. Y hay que prestar atención a cada esquina para descubrir la joya arquitectónica que esconde. Poco a poco la ciudad te conquista.
    El trayecto de Cartagena a Santa Marta dura 4 horas y desgraciadamente pasa por una costa sucia y llena de pobreza: cuanto más turismo, más pobreza.... una vez más....
    A evitar Rodadero, la parte hotelera de la ciudad, tipo Miami y Bocagrande en Cartagena.
    Una playita llamada Taganga es y ambiente destino turístico, pero yo desaconsejaria la visita ya que la playa está plagada de gente y basura. Una pena ya que la cala es linda.
    Parque Tayrona es una joya caribeña. Una vez se paga la entrada una buseta te lleva al inicio del camino que tras una hora de caminar y sudar te lleva a unas playas divinas. El camino del Arrecife es el más recomendado. Las mejores playas, las dos anteriores a Cabo San JUAN de la guía. Aquí hay plazas de camping, pero son muy básicos y carecen de servicios de ducha y baño apropiados. Pero si se está dispuesto a estar en bikini unos días frente al mar, este puede ser un buen destino.
    Palomino es uno de esos pueblos backpacker que ya vio sus mejores tiempos. Muchos chiringuitos y vallenato cortavenas en el pueblo. La parte de la montaña es más tranquila y recomendable. Allá vimos los indígenas de la zona, vestidos de blanco y con una quietud que les dignifica. No hablan mucho entre ellos, pero tienen una faz limpia y clara.
    Una etapa caribeña maravillosa, el encuadre perfecto para mi cumpleaños.
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