Dunas de Concón

Había que despedir el verano, así que partimos a la playa.

Es marzo, y aunque todavía hace calor, ya no está el caos en el terminal de buses que era en Enero o Febrero. Compramos pasajes a Viña del Mar y al llegar allí pasamos a un tenedor libre llamado Perla del Mar, en la esquina de la plaza, es una casona vieja que incluso conserva los nombres de los salones en el dintel de las puertas.

El local era chino, así que en su mayoría era comida asiática (también había sushi, que no es precisamente chino). Decidí no aventurarme e ir por lo que ya sé que me gusta: carne.

Osita fue más aventurera y consumió todo el omega 3 que necesita para los siguientes seis meses consumiendo sushi, maricos y pescados.

La micro (o microbus) a Concón costaba 450 pesos. La tomamos, y luego de un paseo entre edificios con una laguna artificial, nos dejó en el límite entre Reñaca y Concón, en la parte más oriental de las dunas.

Las dunas fueron declaradas santuario de la naturaleza, están colgadas sobre una terraza natural y siendo de propiedad privada, los dueños han querido cerrar el acceso por años, reclamando que la gente va ahí a arruinarlo todo: dejan basura, arruinan la flora y espantan a la fauna que es nativa del lugar.

Ante las protestas de la gente, se mantiene abierta hasta hoy, pero a pesar de los intentos de grupos voluntarios de limpieza. Las dunas se están convirtiendo en un basural, y el cierre se ve inevitable.

Arrendamos unas tablas, nos deslizamos por una ladera y al cumplirse la hora, bajamos hasta la ruta costera. Allí caminamos por la playa de Reñaca y tomamos una micro de vuelta al terminal de buses de Viña justo a tiempo para volver a Santiago.

Adiós verano.En savoir plus