Roscoff

La mañana despertaba, perezosa, entre el calor del nórdico de la cama y el frío del exterior. El destino no era un 'top ten', según las descripciones de las guías de viaje, pero estaba cerca y teníamos que aprovecharlo. Además, en las inmediaciones había un E.Leclerc enorme y queríamos aprovechar para comprar víveres.
Llegamos al centro de Roscoff en 35 minutos, nos estaba costando demasiado aparcar... qué curioso para un lugar inicialmente insulso, no? Pero al fin dimos con un sitio muy cerca del casco antiguo y sin tener que apoquinar ni un céntimo 🥳
Hacía fresquito, debido al incansable viento, pero el Sol lucía contento, al menos by the moment. A medida que nos desplazábamos más cara de asombro se nos ponía. ¡Pero si este sitio es una pasada!
Las calles, con divertidas guirnaldas en los aires, decoraban de punta a punta las casas. Los edificios, de piedra inmortal, se mostraban ostentosos por todo el trayecto. Al poco, nos plantamos en el Port de Bloscon, dimos un paseo por su ancho muelle y vislumbramos las bonitas casas del otro lado de la Baie de Morlaix, y el faro.
Atravesamos el largo puente sobre el mar que nace del Vieux Port, el cual parece conectar tierra con la cercana Île de Batz (aunque para eso, realmente, tengas que coger un barco de corto trayecto).
Costeando el otro lado del puente topamos con una de las arterias principales. Ventanas de colores, puertas multiforme, crêperies por doquier, tiendas únicas de artesanía bretona y 'gentes' de todo tipo cámara en mano. Llegando a la Rue Louis Pasteur nos sorprendió la Eglise Notre-Dame de Croaz-Batz, también de estilo gótico, de imponente tamaño dentro de una plaza tan pequeña. Todavía no logro entender cómo podían levantar tales construcciones hace más de 400 años...😲Les mer