Por fin un viaje más asequible. En un par de horas habíamos salido del camping peculiar, habíamos cogido la autovía y llegamos a Pisa.
Es momento de hacer un pequeño inciso. Dicen que los italianos conducen mal, que los pasos de peatones no los respeta nadie, en fin, que son un peligro. A mí no me parecen nada diferentes a los madrileños. En principio los dos sustos con coches (uno casi atropella a Carlos y otro a Oliver) los tuvimos en Nantes y Mónaco.
El área de autocaravanas no está nada mal, y el que la dirige se explica en hispanitaliano bastante bien.
Salimos a pasear a las 2 de la tarde a 80 grados a la sombra. La perra nos miraba cual hijo avispado a padre parricida.
Tras 30 minutos de travesía del desierto de akatama volvimos al área para comer.
Arrocito, partida de cartas (a un juego al que nunca, y reitero, nunca hemos ganado a Carlos) y cogimos camino a al centro de Pisa.
Tras 35 largos minutos llegamos a la Plaza Du Domo.
Como suele pasar en estos sitios, tardamos un par de minutos en recobrar la respiración y poder volver a pensar con normalidad.
La torre inclinada es curiosa y bastante bonita, pero la catedral y el Domo le ganan por goleada. Lo mejor, sin duda, el conjunto de las tres.
Fotos, paseo, fotos, y una mezcla de sorpresa y vergüenza por la gente con sus posturitas frente a la Torre Inclinada. Reservamos subida a la Torre a las 8,30, por lo que teníamos el tiempo justo de desandar los 3 kilómetros y volver a la plaza. Pero Ana, avispada cual liebre ante una docena de galgos, pregunto por el recorrido de la muralla.
Paseamos los tres kilómetros y Ana y Carlos se llevaron a la perra un kilómetro más allá, a la autocaravana.
Mientras Oliver y yo fuimos de un lado a otro para acercarnos de nuevo a la Torre, y descubrimos el jardín de lotos (del que bebimos agua, para vivir eternamente) la plaza del Caballeri y un montón de calles de la ciudad antigua espectaculares.
Tras encontrarnos tocó subir a la Torre. La sensación no se puede describir, hay que vivirla. Os animo a hacerla. Nos preocupó un poco cuando un señor entrado en carnes que nos seguía llegaba a la zona más inclinada, pero si estamos escribiendo esto es porque la torre aguanto.
Paseo de vuelta por los lugares que habíamos descubierto Oli y yo, cena, ducha y a dormir (cual pollos girando en un asador)Read more