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El ☀️ brillaba radiante, ya a las 9h. Nos iba perfecto porque aun así, solo se marcaban 16.5°C en el coche y hoy nos tocaba un destino de 🏖. Necesitábamos todos sus rayos a la máxima potencia.
Teníamos una hora y cuarto hasta el litoral de Fouesnant, en busca de la Costa de Beg Meil, donde cada día amanecen rincones de arena protegidos y paseos maravillosos.
Llegamos al Pointe de Beg-Mail, los primeros, y aparcamos en el primer sitio disponible en la Plage des Dunes. Por lo que había ojeado, nos esperaban una infinidad de bellísimas calas donde extender las toallas.
El camino desprendía un olor dulce, propio de los recorridos repletos de pinos a orillas del mar, típicos de mi estimada Costa Brava. Era de arena y hierba, llano, no muy estrecho y bordeaba el agua en todo momento, repleto de vida.
A medida que íbamos avanzando, pequeñas llanuras de arena reluciente se dejaban ver, naúfragas, esperando a ser atendidas. No sabíamos cuándo ni dónde parar ya que a cada paso un nuevo rincón nos llamaba, seductor, dispuesto a ser el vencedor.
Después de innumerables fotos y pasando las once en el reloj, la vimos. Yo era incapaz de procesar si realmente me encontraba a tantos kilómetros de casa o si estaba perdida en alguna cala maravillosa de Menorca. Lo poco que habíamos andado y el fresco viento del entorno me retornaron a la realidad del momento. El lugar era puro espectáculo, con caída incluída de mi pequeña Mia por su afán de zambullirse en esas aguas tan transparentes y cristalinas, y no era para menos. Decenas de fotos, bonitas conchas y un activador baño después (sólo las valientes 😝) nos secamos con la brisa marina y retomamos la andadura.
Hasta la Pointe de Cap-Coz, les Oiseaux, les Pyramides, Lanroz, la Roche Percée, Lantecoste y le Bot Conan son preciosas, íntimas y encantadoras calas que hemos tenido la suerte de acariciar y sentir 💛Read more