Departamento de Nariño

Hemos llegado a una aldea europea. Buscando un sitio agradable y tranquilo en Los Andes colombianos donde pasar unos días antes de emprender el tramo final de nuestro viaje por este país, decidimos pasarnos por la Laguna de la Cocha. Aquí pensábamos acampar en la orilla del lago para disfrutar las vistas y darnos algún chapuzón, como hemos hecho en otros lagos a lo largo del viaje, pero nos llevamos una sorpresa: no se puede llegar hasta el borde, al menos no con el camper y mucho menos acampar allí, pues es una zona pantanosa y poblada por una planta a la que localmente le llaman totora.

Por suerte encontramos un estacionamiento amplio que se llena los domingos, pero entre semana lo teníamos para nosotros solos. Desde aquí salimos a caminar por El Embarcadero, como le llaman a la zona turística poblada de edificaciones de madera con techos a dos aguas (estilo cabañas nórdicas), construídas a ambos lados de un canal por donde pasan las lanchas que dan paseos por el lago. Unos puentes rústicos cada tanto permiten cruzar de uno a otro lado. La nota de color la ponen las ruanas, ponchos, pañuelos y bolsos de estilo andino que se exhiben en los portales de las tienditas.

Acá hay frío (estamos a casi 3000 metros de altura) y, a veces, las nubes bajan y lo cubren todo, haciéndonos dudar si de verdad nos estamos acercando a la línea ecuatorial o fuimos transportados a otra latitud mientras dormíamos. Ahora sí, a diferencia de los días lluviosos que pasamos en Cali, aquí la eficiencia de los paneles solares es muy superior y ya no tenemos que preocuparnos por la carga de la batería pues llega a su máximo antes del mediodía.

A pesar de la desilusión inicial, hemos pasado unos días muy productivos en La Cocha y ya estamos listos para irnos a la última parada antes de cruzar a Ecuador: Las Lajas.Okumaya devam et