Mora Fernandez Jurado

A las 2 pm partimos hacia la combi que nos llevaría a Raíces Inkas, nuestro hogar por la próxima semana. Las demas chicas tenian todas valijas, y eran señoras valijas. Yo era la única con mochila y las miraba cual sapo de otro pozo. Llegué a preguntarme qué carajo hacía ahí. Me dió miedo, por un momento, aburrirme, no sentirme cómoda, porque nos veia diferentes.
En el bus dijeron las compañeras de cuartos, para que estemos listas al llegar. A mi me tocó con Cin, una señora de unos 40 y largos, con dos hijas, de las cuáles una era viajera como yo. Y se reía mucho diciendo que era insólito que justo le tocara conmigo, la única hippie. Resultó ser una gran compañera de cuarto y me alegra mucho que haya sido ella.
Durante el retiro note la importancia de esos detalles tan sutiles. Tu compañera de cuarto pasa a ser tu confidente, genera super lazos que por ahí uno no espera al principio. Y me di cuenta que se puede estar hasta en el más mínimo detalle cuando se arman retiros como este.
En fin, el lugar era soñado, sacado de un cuento de tolkien, parecía un hobbittown hermoso. Allí tendríamos una clase de Yoga cada mañana (a las 7 am) después un desayuno, una actividad, el almuerzo, seguido de un poco de descanso, otra actividad, una segunda clase de yoga y por último la cena. Todas las comidas eran vegetarianas y gluten free y todo era riquísimo. Siempre teníamos sopa o ensalada de entrada y yo estaba en extasis. En el desayuno habia una granola de otro planeta, a la que me hice adicta. Yo pensé que iba a ser todo muy demandante, pero el flow de los días resultó ser muy tranquilo. De hecho, tenía miedo respecto a mi estado físico, hacia muchos meses que no practicaba yoga y tenía pavor a ser el hasmereir de todos. Pero por suerte no fue así. Sobreviví mejor de lo esperado a las clases y disfruté mucho cada momento. La recomendación general era no usar mucho los celulares y yo me la tome muy en serio, creo que no use el celu para nada mas que para sacar fotos y fue hermoso.
Para mi, un ejercicio extra fue aprender a bondear con argentinas y uruguayas de vuelta. Muchas de las cosas que hacían, decían o cómo actuaban me volvian loca. Pero aprendi a callar eso y fluir. Crecer en esa incomodidad y cruzar la línea de lo superficial para llegar a conocer a la gente. Y realmente estuvo bueno dejarse sorprender, escuché hostorias muy fuertes que me compartieron y me diverti con bobadas también.
Parte del retiro fueron los círculos de coaching. Círculos donde cada una, cuando quería, se abría para compartir algo que la apenaba, que quería trabajar o cambiar. El primer dia yo lo miré de lejos, entre espantada y avergonzada. Compartir mis miedos y sentimientos con un grupo de extrañas era todo menos un plan para mi. Sumado a que la realidad es que yo había llegado feliz al retiro, no triste, no con una pena en carga. Eramos muchas, asi que al final, hicimos dos sesiones de coaching y en la segunda me animé a sumarme. Me pasé dos dias pensando en qué iba a decir, y cómo lo iba a hacer, pero en cuanto empecé a hablar se me cerro la garganta y casi me pongo a llorar. Fue aterrador y vergonzoso, pero también muy liberador y emotivo. Realmente hice mi esfuerzo por seguir cada una de las indicaciones de Agus, y sentir mis emociones a flor de piel. Y lo logre! Lo cual fue mucho mas de lo esperado. Al final pusieron la canción de Julieta venegas: "Todo Está Aquí" que empieza diciendo "te entregaré, un amor tan delicado..." y esa fue la gota del quiebre. Lo siguiente que recuerdo fue ver a las chicas viniendo a abrazarme y llorar conmigo. Escucho la canción ahora y todavía se me cierra la garganta, pero de un llanto bueno, liberador. Ese de dejar los miedos y ver qué carajo va a pasar. Fue realmente hermoso y yo sentí que me saqué mucho peso de encima al abrirme. Cuando terminó el círculo, una de las mamas que había venido al retiro se me acercó y me dijo que estaba estudiando Constelaciones Familiares, y que cuando me escuchó hablar sintió que yo tenia que hacerlo, porque por como contaba mis cosas, parecía ser algo que yo cargaba pero no era mío. Me resultó super interesante el tema, y mas adelante, al ver la serie turca sobre este tema dije: chau, si o si lo trngo que hacer. Veremos qué sale 🫶.
Otra cosa muy linda del retiro fue una ceremonia de cacao que hicimos. En la ceremonia nos pidieron que escribieramos en papelitos: lo que queríamos dejar ir, y lo que queríamos atraer Otra vez, esto me costó un huevo, no sentía que quería dejar ir nada, me sentía plena, pero hice el esfuerzo por pensar alguna y con eso se abrió el flujo de cosas. Lo mas resaltable de lo que terminé escribiendo es que quiero una mejor relación con la vida laboral, una más sana. Y es algo que siempre quise, pero en cuanto lo puse en papel, me hice cargo de esa idea y ese sentimiento, y ya no hubo vuelta atrás. Es duro, pero muy necesario.
Por último, en el retiro participamos de una seremonia de cuencos tibetanos e instrumentos amazonicos, cantos de locales, una sesión de acroyoga y una de masaje Thai, que resultó gustarme muchísimo, sentí que eso era lo mio (lo anoto en mi lista de más cosas por hacer 🤣) y por último, fuimos a Machu Picchu, pero eso va en el próximo post.
Para cerrar el retiro, el último dia Agus nos pidió que nos escribamos una carta a nosotras mismas y que se la demos a ella, que la enviaría a fin de año. Y la idea me pareció genial, así que hice un resumen de lo trabajado como autoregalo de navidad. Veremos cómo decanta todo.Read more